Fondo

jueves, 29 de octubre de 2020

“Mexican Gothic” by Silvia-Moreno García

 



Debo confesarle (aunque no me acuerdo si ya lo había hecho) que soy fan, fan, fan, fan de todo lo que tenga que ver con temas de “ultratumba”: películas, libros, historias de “terror”, etc. Esta afición comenzó desde que tenía aproximadamente 6 añitos (uuuh ya llovió), cuando estaban en auge películas como: “Pesadilla en la calle del infierno”, “Viernes 13”, “Halloween”, “Juegos diabólicos” (las cuales vi todas), por lo que en la actualidad, si una película que se autodenomina de “terror” no me hace sudar y no aumenta mi ritmo cardíaco, la considero MALA, porque es como si yo lo invitara a usted estimado lector, a ver una película de comedia y terminara llorando ¡por el dramóóóón que resultó ser!

Lo mismo pasa con los libros de terror, ya que aunque invariablemente Stephen King es el rey de ese género, el único libro que me ha hecho sudar frío y que lo tuve que cerrar en varias ocasiones por el temor que se saliera de sus páginas alguno de los seres fantasmagóricos de la historia, ha sido “The Woman in Black” de Susan Hill, o como la conocemos por estos lares: “La Dama de Negro” (por cierto la adaptación teatral es buenísimaaaaa, aunque la película es muy mala), por tal razón, si algún libro no me hace querer salir corriendo, mi calificación subjetiva será desfavorable.

Mexican Gothic lo encontré gracias a que aparecía en varias listas de Bookbub y de Goodreads, además el título y la portada me llamaron mucho la atención, por lo que dije “de aquí soy”, y puse en pausa otras lecturas que tenía en ese momento para comenzar un ciclo de libros de “terror” ¡Boooooo!

La historia se desarrolla en la década de los 50, en México. La protagonista, Noemí Taboada, es una socialité, guapa, que sabe que es atractiva y deseada por los hombres pero que su hobby es sólo jugar con ellos.

Su papá, quien es una persona adinerada, le pide un favor muuuuy grande, que vaya a visitar a su prima Catalina, quien hace poco se había casado con un inglés llamado Virgil Doyle, y se había ido a vivir a un pueblo minero en el estado de Hidalgo llamado “El Triunfo”, (recordemos que gracias a la industria minera, hubo una migración británica en esa zona del país, trayendo consigo muchas de sus tradiciones como el futbol y los famosos “pastes”).

Catalina sufrió la pérdida de sus padres a temprana edad, por lo que la familia de Noemí prácticamente la adoptó. Ya más grande, tampoco se le daban las cosas en el plano sentimental, por lo que causó sorpresa que anunciara su boda con Virgil al poco tiempo de conocerlo.

La razón por la que el papá de Noemí quería que fuera a “echarle un ojo”, es que Virgil lo había llamado para decirle que Catalina estaba actuando muy extraño últimamente, y ésto lo confirmó cuando recibió una carta de ella donde le decía que la habían “envenenando” y que la casa donde habitaba estaba MALDITA ¡Booo!

Noemí aceptó a regañadientes el encargo y pensó que máximo estaría una semana fuera de su casa, sin embargo, cuando llegó a la lúgubre y deprimente mansión que era conocida como “High Place”, le dio la razón a su prima de que se le estuviera zafando un tornillo, ya que la casa al parecer había tenido momentos de gloria hace muuuuchos años, pero actualmente se encontraba descuidada, era obscura, llena de humedad y se parecía mucho a sus dueños, ya que los Doyle habían sido una importante familia en la región, pero debido a distintos factores, tuvieron que cerrar la mina de plata la cual era su principal fuente de ingresos.

Los Doyle eran extraños. El abuelo ya era muy viejo y estaba a punto de colgar los tenis, sin embargo, toda la familia seguía obedeciendo sus excentricidades como permanecer en silencio absoluto durante las comidas. Noemí trató de no armar aspavientos por eso, ya que su misión era cerciorarse que su prima se encontraba bien, y lo que hicieran o dejaran de hacer los demás habitantes de High Place, le daba igual. La cuestión es que Catalina NO ESTABA BIEN, el poco tiempo que le permitían verla, parecía estar “ida” o “drogada”, y aunque tenía algunos momentos de lucidez, eventualmente regresaba a su estado cuasi catatónico.

Poco a poco, Noemí se percató que efectivamente algo raro pasaba en esa casa, ya que comenzó a tener unos sueños raros, y a caminar dormida. Y mientras trataba de lograr que su prima fuera atendida por otro médico que no fuera el doctor de cabecera de la familia, averiguó sobre eventos macabros que habían sucedido en High Place y que habían permeado con su maldad a la casa, haciendo cada vez más difícil que ella y su prima pudieran escapar de sus muros… ¡chan, chan, chan, chaaaaan!

La historia resulta entretenida, sobre todo porque como se lleva a cabo en México, contiene muchas frases y anécdotas propias de nuestro terruño… ¿Me dio miedo? mmm no, pero está “pasable” en mi escala subjetiva terrorífica.

Mi calificación subjetiva:



lunes, 19 de octubre de 2020

“Everything here is beautiful” by Mira T. Lee

 


Y tanto hablamos del amor de pareja que se nos olvida que existe otro tipo de amor que también es importante y afecta nuestras vidas: el fraternal.

No sé si le pase a usted estimado lector, pero a mí que me tocó ser la hermana mayor, me sucede que a veces me tomo demasiado en serio ese papel y sobreprotejo a mi hermana menor, juzgando sus decisiones sólo porque no son totalmente de mi agrado alegando que quiero “lo mejor” para ella… pero finalmente ¿Qué es “lo mejor”?, ¿”Lo mejor” para quién? ¿Para ella o para mí? ¡Aaaah, tanta subjetividad que entra en juego y que causa demasiados conflictos al no aceptar que los hermanos menores crecen, y que son independientes y capaces de hacerse responsables de sus propias decisiones!

Miranda y Lucía eran dos hermanas de origen chino que vivían en Estados Unidos. Su mamá había viajado a ese país después de la muerte de su esposo cuando Miranda tenía apenas 7 años y Lucía estaba a punto de nacer. Los primeros años en tierras americanas los vivieron en un cuarto en la casa de un pariente lejano y malhumorado en el estado de Tennessee. Posteriormente, se cambiaron a vivir a New Jersey donde su mamá consiguió un trabajo y pudieron comprar una mejor casa para ellas 3.

Miranda y Lucía eran totalmente opuestas. Lucía era de espíritu libre. Estudió periodismo, aunque se tomó algún tiempo mientras realizaba sus estudios para viajar a diferentes países de América del sur para ser voluntaria o dar clases de inglés, sin importar que las condiciones de vida fueran precarias. Por el contrario, Miranda enfocó sus estudios a temas de administración y finanzas y le gustaba tener una vida estructurada y un trabajo godín. Por tal razón, a nadie le sorprendió cuando Lucía anunció que se casaría con Yonah, quien era de origen ruso, judío, divorciado y dueño de una tienda de alimentos saludables en Nueva York.

La mamá de Miranda y Lucía desafortunadamente no pudo ser testigo de tal enlace ya que pocas semanas antes de la boda, murió de cáncer. Miranda entonces tomó su rol de hermana mayor con más seriedad ya que a partir de esa fecha sólo serían ella y Lucía.

Todo iba viento en popa, hasta que Lucía comenzó a portarse de manera extraña. Se salía de su casa a lugares no tan cercanos, como Long Island sólo porque se le había antojado nadar. Un día, Yonah le llamó a Miranda para decirle que le habían hablado de un hospital para avisarle que habían encontrado a Lucía en medio de la calle diciendo y haciendo cosas incoherentes. Lo que se le había olvidado a Lucía comentarle a su entonces marido, es que no era la primera vez que esto le sucedía. Años atrás había sufrido también de una crisis similar, y le habían diagnosticado una enfermedad mental que bajo medicamento, podría ser controlada. Después de ese episodio, comenzó a presionar a Yonah diciéndole que quería tener un hijo y que quería cambiar de ambiente, por lo que al no encontrar una respuesta favorable de su parte, decidió dejarlo e irse a vivir a un pueblo en el condado de Westchester, NY.

Por su parte, Miranda había conocido a un urólogo suizo divorciado con el que iniciaría una relación formal, trayendo con ello estabilidad en casi todos los aspectos de su vida. Sin embargo, Lucía continuaba siendo la piedra en su zapato, ya que sabía que mentalmente era inestable y que al ser ella su única familia, no podía desentenderse totalmente de su existencia, aunque eso implicara sacrificar tiempo, paz mental y hasta decisiones importantes en su porvenir.

¡Híjole! ¡Qué fuerte historia! Como mencionaba, como hermanos mayores muchas veces cargamos con responsabilidades que, o no nos competen, o que solitos nos las adjudicamos por ese papel que a veces sentimos que debemos tomar en la vida de nuestros hermanos menores, sin embargo, cada quien es dueño de su propio destino, y debemos aprender que en muchas ocasiones, sólo nos tocará ser meros espectadores de la vida de las personas que más amamos…

Mi calificación subjetiva:



miércoles, 14 de octubre de 2020

“Someday in Paris” by Olivia Lara

 



Aaay el amortsss, el amortsss, que como diría mi amigo Bono de U2: no podemos vivir con él y tampoco sin él, pero ¿existirá realmente “THE ONE”, ese amor predestinado y escrito para nosotros en las estrellas? ¿Y qué pasa si lo encontramos pero el destino se encarga de separarnos?

Zara es una chica de 15 años que vive con su mamá en la ciudad de Colmar, en la región francesa de Alsacia. Un día, despierta agitada después de tener un sueño bastante extraño donde se ve a ella misma pero con 20 años más, vestida de forma muy elegante, en medio de un evento en el Museo de la Ciudad y enfrente de una pintura que reconoce es de Monet.

A Zara siempre le había interesado el arte, por esa razón se escabullía en la zona de “libros raros” en la pequeña biblioteca que el Museo de Colmar poseía, sin embargo, ya había sido advertida por el curador de dicha colección que no se acercara a esa sección ya que eran libros muy antiguos o peculiares para que una adolescente anduviera manoseándolos, pero las obras sobre historia de arte que se encontraban en las bibliotecas de la región ya las había leído y además no eran tan fascinantes como aquellas que se encontraban en el museo.

Después de haber tenido ese sueño “raro” pero a la vez tan “vívido”, algo hizo que se dirigiera a la biblioteca del Museo nuevamente, donde buscó si había alguna novedad en la sección de libros de arte. Entre las nuevas adquisiciones encontró un libro que aunque no era nuevo, contenía la pintura que había visto en sus sueños: “Impresión, sol naciente” de Claude Monet. Escondida en un rincón, cual muñeca fea, se quedó mirando por mucho rato la pintura, hasta que se fue la luz del museo, y escuchó unos pasos que creyó que eran del vigilante. Sin embargo, un muchacho un poco más grande que ella, se le acercó. Su nombre era Leo, y se encontraba en Colmar por una excursión que habían hecho en el internado donde estudiaba, en Suiza. “Algo” también lo había “llevado” hasta el museo, ya que quería verificar si ahí se encontraba la misma pintura de Monet con la que Zara había soñado ¡Wicked!

En los pocos minutos que estuvieron platicando Zara y Leo, sintieron como si se conocieran de toda la vida, por lo que cuando llegó el momento de separarse, Leo le pidió a Zara su dirección para escribirle (ya que esto sucedió en los años 50, cuando no había ni mail ni whatsapp), ella se la proporcionó aunque no pensó que le escribiera.

Leo era originario de Nueva York. Su familia, los Price, pasaron de vivir modestamente en un suburbio, a mudarse a un departamente en el Upper West Side en Manhattan. Gracias a negocios que su papá había establecido con su mejor amigo y padrino de Leo, Jean Jacques D’Angers, es que este cambio en su estilo de vida se había llevado a cabo. Los vecinos de Leo eran la familia D’Angers, es decir, su padrino, su esposa y su hija Nicole; y Los Saint Germain, quien tenían un hijo un año mayor que Leo, llamado Vincent. Los Price eran considerados como “nuevos ricos” por lo que aunque eran aceptados en los círculos sociales, no contaban con la alcurnia de los ricos de antaño. Por tal razón, cuando Los D’Angers y Los Saint Germains decidieron enviar a sus hijos a estudiar a un internado de prestigio en Suiza, la familia de Leo también tomó la decisión de que él asistiera a la misma escuela, o ¿qué pensaría la “alta sociedad” de Manhattan?

Leo cumplió su promesa de escribirle a Zara, y así iniciaron una relación de amigos por correspondencia. Zara tuvo un día un sueño muy extraño, soñó que no podía respirar y que enfermaba de gravedad, pero no era un sueño normal, era como si ella viera y sintiera las cosas desde la perspectiva de alguien más. Su mamá le explicó que estos sueños eran comunes en las mujeres de su familia y que generalmente cuando eso sucedía, es porque había encontrado al amor de su vida, a esa persona con la que estaba conectada, aunque cabe aclarar, esto no significaba que terminarían juntos, a veces ni siquiera se llegarían a conocer, pero la conexión seguiría latente.

Pocos días después, Zara se enteró que Leo había enfermado y que estuvo internado en el hospital (por eso soñó lo que soñó), y entonces confirmó lo que le había contado su mamá: ella y Leo eran “uno mismo, uo, uo”.

Peeeero, porque siempre hay un pero, si no no habría historias por escribir, cuando Leo y Zara se ponen de acuerdo para volverse a ver, una serie de eventos desafortunados hacen que su encuentro sea fallido, y pa’ acabarla de amolar, un suceso trágico hace que pierdan contacto y que se extinga la esperanza de volverse a ver…

Si a usted le gustan las historias de amortssss, este libro le encantará. A mí me gustó, pero mi lado amargoso de cuarentona incipiente piensa que sería frustrante saber que existe una conexión con el amor de tu vida ¡Y que nunca lo llegues a conocer! Mejor déjeme como estaba y yo solita me decepciono de mis elecciones sentimentales jejejeje.

Mi calificación subjetiva: