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lunes, 1 de abril de 2024

"Lecciones de Química" por Bonnie Garmus

 



Este libro lo vi por primera vez en la librería Gandhi que se encuentra en el mismo recinto que el Ocho30 del centro histórico de la ciudad de Puebla. Como ya se ha venido haciendo costumbre, en mi cumpleaños voy a comer/desayunar/tomar el café al restaurante, para después discretamente elegir un libro (o dos), en Gandhi. Como en otras ocasiones he comentado, los libros los elijo muchas veces por la portada (sí, todo lo contrario a lo que recomienda el dicho), y este me llamó la atención por la imagen que plasmaba en la misma, pero al final me decanté por “Cien Cuyes” que había ganado el Premio Alfaguara (no muy buena elección).

Pasó el tiempo y vi que el libro al que había ignorado elegantemente, lo habían llevado a la pantalla en Apple +, y ya sabemos que cuando eso sucede es porque la historia es buena.
Así que decidí adquirir el libro en formato digital, y ¡oh sorpresa! ¡Me dejó un muy buen sabor de boca y me hizo reflexionar mucho sobre la historia que narraba! Así que decidí, después de mucho tiempo, escribir una reseña completa.

Elizabeth Zott es una científica al principio de la década de los 60, que por aras del destino se convierte en la presentadora de un programa de televisión de cocina. Pero si a la mente les llega la imagen de una Chepina Peralta o el Chef Oropeza, están muy alejados de la realidad.
Elizabeth, cuya especialidad era la química, aprovechaba el espacio de su programa para hablar sobre las propiedades de los alimentos y los procesos químicos que se llevaban a cabo mientras elaboraba su receta, pero no sólo eso, también daba su opinión sobre temas variados como el rol de la mujer en la sociedad, la discriminación y otros temas que generaban controversia en esa época, ya que como Sheldon de The Big Bang Theory, no tenía filtros ni pelos en la lengua.

Elizabeth toda su vida se enfrentó a situaciones familiares y laborales que la hicieron convertirse en una persona fría, lógica y marcada por el raciocinio, y por ello, no podía concebir que a las mujeres se les dieran menos oportunidades laborales, que se les encasillara en el rol de madre y ama de casa, y que ellas mismas vieran como normal ese papel que sin solicitarlo se les había asignado, cuando su lógica le señalaba que mientras las personas contaran con la capacidad y la habilidad para realizar determinado trabajo, el género sería un factor irrelevante.

Este libro hizo que me acordara de la Geri universitaria que creía que podía cambiar al mundo, y para la que, al igual que Elizabeth, el género tendría que ser irrelevante, y que no concebía las diferencias en los roles asignados por la sociedad, y por ello, el tema de su tesis fue el cálculo del valor monetario del trabajo que todas, aún científicas como Elizabeth, llevamos a cabo: el trabajo doméstico no remunerado y con ello, tratar de visualizar la importancia de esa ardua labor que muchas veces menospreciamos. 

20 años después, y casi 60 de la historia de este libro, puedo decirle a esa Geri que sí ha habido muchos cambios, y estoy segura que Elizabeth también estaría contenta con los avances logrados. 
¿Hemos llegado al punto ideal de equidad? No, y no creo que algún día lo hagamos, porque finalmente cada género tiene características inherentes que hacen que sea diferente y por ende, habrá situaciones que por mucho que nos esforcemos, no se logren realizar igual que lo hace el género contrario.  

¿Se ha reducido la brecha salarial por género? Aún no lo hemos logrado al 100%, pero sigo creyendo, y muchas empresas también, que las habilidades y capacidades son las que deben prevalecer en la asignación del sueldo. 

Pero al igual que Elizabeth, quien lo mencionó en reiteradas ocasiones en el libro, el problema es cuando hacemos diferenciación por género en cuestiones básicas de todo ser humano, como sus derechos y valores tales como el respeto, la justicia, la tolerancia; y así como ella tuvo que callar y seguir adelante cuando sufrió de abusos por parte de sus jefes, porque ni las mismas autoridades le creían por ser mujer, ahora estamos no sólo logrando equilibrar esa balanza, sino que en muchas ocasiones, abusamos de ella. 

Ahora resulta muy fácil alzar la voz como mujer “denunciando” en redes sociales, (porque en esos casos la mayoría de las veces no se presenta una denuncia ante las autoridades correspondientes), una conducta que consideramos inapropiada, sin contar con la evidencia necesaria y sin importar las consecuencias que esto acarree al “presunto culpable”. (Ojo: hablo de los casos donde se “denuncia” sólo por venganza o despecho y se aprovechan de los medios que se han establecido para que las mujeres no se queden calladas ante un abuso o injusticia). 
Entonces, ¿Dónde quedó la búsqueda de esa equidad que tanto anhelamos? ¿Ahora nos convertimos en lo que tanto luchamos por eliminar? Esta Geri cuarentona se ha dado cuenta que las cosas no son de color blanco o negro, y que al ser mamá de dos hijos varones, recae en mí mucha responsabilidad en la forma en la que los educo para que sepan desenvolverse en esta sociedad que busca ser más equitativa, y que por lo tanto, deben aprender a respetar a todos los que los rodean y buscar que ese respeto sea recíproco, independientemente del género.

Definitivamente el libro me tocó fibras muy sensibles, y me permitió explayarme y plasmar por escrito muchas cosas que rondaban por mi cabeza. Le doy 5 estrellas en mi escala subjetiva y no sé si quiero ver la serie basada en él.




miércoles, 9 de diciembre de 2020

"Aquitania" por Eva García Sáenz de Urturi



 A esta autora de origen vasco la conocí gracias a los libros que conforman la Trilogía de la ciudad Blanca, la cual por cierto me encantó, ya que la manera en que conjunta el género de la novela policíaca con la historia y las tradiciones de Vitoria, la capital de Álava en el país vasco, se me hizo fenomenal, peeeero, lo malo de haber leído libros que te gustan como esos, es que esperas que los demás del autor sean iguales… y pues en esta ocasión no sucedió.

Exponiendo nuevamente la ignorancia de su bloggera favorita, este libro hizo que me enterara de la existencia de “Aquitania”, entidad feudal medieval que abarcaba una zona amplia de la actual Francia, y cuya duquesa allá por el siglo XII fue Leonor, la protagonista del libro.

Leonor al ser apenas una púber, se convirtió en duquesa de Aquitania al morir su padre, Guillermo X. La muerte del entonces duque causó recelo entre su familia, ya que falleció en una peregrinación a Santiago de Compostela y su cuerpo quedó de color azul, lo cual hizo que ellos sospecharan que había sido envenenado (o se había convertido en pitufo jejeje, ok no).

El Rey de Francia, Luis VI, era una de los interesados en que el duque muriera, ya que envidiaba el poder y la riqueza que tenía su región, por lo que Leonor sospechaba de él, así que a manera de venganza, falsificó el testamento de su papá donde estipulaba que era su deseo que ella se casara con el hijo de Luis VI, futuro Rey de Francia y así poder desquitarse con el crío por la muerte de su padre. Al monarca le encantó la idea ya que así podría hacerse así de dinero, que es lo que le faltaba. Pero al poco tiempo del matrimonio de su hijo con la duquesa de Aquitania, el Rey falleció aparentemente envenenado también, por lo que Leonor se convirtió en la reina consorte.

Este acontecimiento provocó envidia y recelo en la corte, por lo que todo lo que hacía Leonor sería observado con lupa. Sin embargo, lo que a ella le importaba era encontrar al asesino de su padre, aunque todo se había complicado ya que su principal sospechoso también estaba muerto. En su búsqueda, se consiguió de a gratis múltiples enemigos que trajeron consecuencias fatales para muchos de sus allegados.

Aunado a su búsqueda, Leonor debe buscar el equilibrio entre mantener su ducado con las condiciones de prosperidad en las que lo dejó, y aconsejar a su inexperto e inseguro esposo y rey de Francia en la toma de decisiones.

Como comentaba al principio, aunque la historia tiene uno que otro “giro inesperado”, tal vez por la manera en la que estuvo escrita, no me enganchó, ni me provocó sobresaltos, y terminó siendo una novela “pasable”.

Mi calificación subjetiva:



lunes, 23 de noviembre de 2020

“La maldición de Hill House” por Shirley Jackson



 Y ya para cerrar el ciclo de lecturas “terroríficas”, pensaba hacerlo con este libro del que tenía altas expectativas, ya que había visto en Netflix la serie basada en él, la cual me puso la piel “chinita” en más de una ocasión, ya que manejan como dirían en Monsters inc.: “Sustos que dan gusto”. Sin embargo, parece que lo único que tomó la serie del libro fue el título y la mansión… porque de ahí en fuera, no encontré similitudes.

John Montague era un doctor en filosofía que se había especializado en la investigación y análisis de manifestaciones “sobrenaturales”, por lo que cuando se enteró de la existencia de “Hill House”, una de las casas más embrujadas del país, no lo pensó dos veces y la rentó durante 3 meses con la finalidad de conformar un equipo de gente interesada en el tema, que quisiera realizar una investigación de campo para posteriormente documentar sus hallazgos. Para ello, buscó candidatos en sociedades de estudios psíquicos, e investigó sobre personas que hubieran estado involucradas en este tipo de manifestaciones. Eligió una docena de posibles candidatos, a los cuales les envío una invitación para asistir a esas peculiares “vacaciones”, de los cuales respondieron 4 y finalmente se presentaron 2.

Una de ellas fue Eleanor, de 32 años, quien se quejaba de tener una vida monótona, ya que se había encargado desde muy joven de cuidar a su mamá hasta el día de su muerte. Apareció en la lista del doctor Montague por una serie de fenómenos que habían ocurrido en su casa cuando tenía 12 años. Para Eleanor, esta era la oportunidad de hacer algo “diferente” y no la iba a desaprovechar.

La otra interesada en la investigación fue Theodora, quien adivinó 19 de 20 cartas Zener (que son unas tarjetas o naipes diseñados para ser utilizados en experimentos de percepción extrasensorial o clarividencia), y por lo tanto fue elegida por el doctor Montague por sus “habilidades”.

El último de los invitados a la casa fue Luke Sanderson, quien era sobrino de la dueña de Hill House, y según su familia, era un bueno para nada, mentiroso y ladronzuelo. Una condición que los abogados de los Sanderson impusieron al doctor Montague para rentarle la casa, era que un familiar estuviera presente para supervisar sus acciones, así que Luke fue el elegido porque de esa manera se libraba su familia un rato de él. El doctor aceptó el trato, y con ello, serían entonces 4 las personas que emprenderían la singular hazaña.

El Sr. y la Sra. Dudley, eran los caseros malhumorados de la mansión y fueron los encargados de recibir a los inquilinos. Sólo trabajaban en Hill House durante el día, ya que en cuanto obscurecía, se retiraban a su casa. Ellos vivían en Hillsdale, el pueblo más cercano a la mansión y que se ubicaba a 10 kilómetros, por lo que la Sra. Dudley les recordaba cual letanía a los visitantes, que si “algo” llegaba a pasar en la noche, no habría nadie cerca para ayudarlos, así que “bajo advertencia no había engaño”.

Una vez instalados, Eleanore, Theodora y Luke le pidieron al doctor que les contara sobre la historia de la mansión. Éste les explicó que la razón por la que se rumoraba que Hill House estaba “embrujada”, se debía a que hace muchos años, se había presentado una disputa de la propiedad entre las 2 hijas del dueño original y la dama de compañía de una de ellas, provocando hasta problemas legales. A partir de esos acontecimientos, la casa no lograba estar habitada por mucho tiempo, por lo que su trabajo consistiría en recaudar evidencias que soportaran la teoría popular de que estaba “embrujada”, o en su caso, encontrar las razones por las que la gente no prolongaba su estancia en ella…

En la historia sí se mencionan fenómenos paranormales que se fueron presentando en la casa, pero insisto, nada que ver como lo que se muestra en la serie, y aunque he reflexionado sobre si mi calificación hubiera sido diferente si hubiera leído primero el libro, es un NO ROTUNDO, ya que en mi escala subjetiva terrorífica, no me provocó ni miedo, ni ansiedad, ni nada…

Mi calificación subjetiva:



martes, 10 de noviembre de 2020

“The butterfly garden” by Dot Hutchison



 Híjole, este libro sí me gustó matarilerileró, y aunque no es de terror per se, es un thriller muy al estilo de “El silencio de los inocentes”…

La historia comienza en una sala de interrogación donde el agente del FBI, Victor Hanoverian, trata de obtener información de una jovencita un tanto altanera y con un comportamiento un poco sospechoso. Ella, junto con otras chicas, habían sido recientemente rescatadas de un lugar donde habían estado secuestradas, algunas de ellas por varios años.

Maya, como se había identificado ante los agentes, no era su nombre real, sino era con el que la había “bautizado” su secuestrador. Parecía ser la líder del grupo de víctimas, por lo que además de tratar de obtener más información sobre sus vidas en cautiverio, los agentes intentaban averiguar si no estaba también involucrada en los delitos ahí cometidos.

Maya recuerda que recibió un golpe muy fuerte antes de ser secuestrada, y despertó en un cuarto, adolorida, y acompañada por una jovencita que se encargaba de sus cuidados. Al parecer se encontraban en un búnker subterráneo dentro de la propiedad del secuestrador. Sin embargo y de manera contrastante, el lugar contaba con un jardín hermoso, provisto de una pequeña cascada, un estanque… y un vidrio como techo que les recordaba que por más idílico que fuera el lugar, seguían privadas de su libertad.

“El jardinero” como se hacía llamar el secuestrador, tatuaba en la espalda a sus víctimas (quienes por lo regular tenían entre 15 y 16 años cuando ingresaban a su “jardín”), un par de alas de mariposas tan elaboradas que tenían que usar ropa con un escote en la espalda para que él pudiera apreciar su obra de arte.

A pesar de estar encerradas, las chicas estaban bien alimentadas y su salud era monitoreada constantemente, de manera que “El jardinero” pudiera hacer con ellas lo que se le antojara… sin remordimientos. Sólo cuando alguna de ellas se enfermaba, se embarazaba o cumplía 21 años, es cuando el jardinero las desechaba, y las incorporaba a una peculiar y escalofriante colección.

Así, el libro narra cómo era la vida en “el jardín”, la forma en la que sobrevivieron a tantas vicisitudes y cómo escaparon de su prisión.

La historia es medio “creepy”, y a veces demasiado cruda, pero muy buena. Si los thrillers e historias detectivescas son lo suyo, este libro es un MUST. Además, es el primero de la saga llamada “El coleccionista”, donde el mismo equipo del FBI que trabajó para este caso, debe resolver delitos igual de tétricos…

Mi calificación subjetiva:



viernes, 6 de noviembre de 2020

“White is for witching” by Helen Oyeyemi



¡Híjole! Le mentiría si le dijera que le entendí completamente a esta historia, ya que aparte de estar fumada, está estructurada de manera extraña, sin capítulos y en lo personal, me causó mucha confusión, así que haré mi mayor esfuerzo para explicarle de qué trata, pero de una vez le digo, pase de largo con este libro.

Miranda y Elliot eran unos gemelos adolescentes que vivían con su papá Luc. Su mamá, Lilly, quien era fotógrafa, murió cubriendo una nota periodística en Haití, por lo que sólo vivían ellos 3 en una casa que había pertenecido por muchos años a la familia de Lilly, y al ser un inmueble muy grande, Luc había decidido convertirlo en un pequeño hotel de estilo B&B donde ellos vivían en las habitaciones superiores.

A partir que Lilly falleció, Miri se vio muy afectada por ello, por lo que tuvo que pasar un tiempo en un hospital psiquiátrico. Al salir, tuvo que tratar de encajar de la mejor manera a su nueva realidad, y qué mejor forma de hacerlo que buscando una universidad a la cual ingresar. Para sorpresa de muchos, fue admitida en Cambridge (a diferencia de su hermano), y se mudó en cuanto pudo al campus.

Ahí conoció a Ore, una chica que se volvió la única amiga/conocida/o persona con la que llegaba a hablar. Miri sufría de un trastorno llamado “pica”, que le hacía querer comer cosas que no eran comestibles, y por ello, su peso había disminuido considerablemente en los últimos meses, lo cual había preocupado a sus profesores y a su papá, por lo que decidieron que descansara un tiempo de la escuela y regresara cuando se encontrara estable.

Sin embargo, y aquí es donde me perdí, aparentemente en la casa seguían estando presentes las almas de las antecesoras de los gemelos: su mamá, su abuela y bisabuela, que al parecer eran brujas y buscaban que Miri se uniera a su “club” y que les llevara “carne fresca” para continuar con su aquelarre…

Como le comentaba, eso es lo que entendí. De por sí leer en otro idioma es complicado y además leer una historia fumada y sin pies ni cabeza, lo hace aún más difícil. ¿Me asustó? ¡No! y para nada me gustó, y si usted ve este libro, aléjese lo más rápido que pueda y cuénteselo a quien más confianza le tenga.

Mi calificación subjetiva:



jueves, 29 de octubre de 2020

“Mexican Gothic” by Silvia-Moreno García

 



Debo confesarle (aunque no me acuerdo si ya lo había hecho) que soy fan, fan, fan, fan de todo lo que tenga que ver con temas de “ultratumba”: películas, libros, historias de “terror”, etc. Esta afición comenzó desde que tenía aproximadamente 6 añitos (uuuh ya llovió), cuando estaban en auge películas como: “Pesadilla en la calle del infierno”, “Viernes 13”, “Halloween”, “Juegos diabólicos” (las cuales vi todas), por lo que en la actualidad, si una película que se autodenomina de “terror” no me hace sudar y no aumenta mi ritmo cardíaco, la considero MALA, porque es como si yo lo invitara a usted estimado lector, a ver una película de comedia y terminara llorando ¡por el dramóóóón que resultó ser!

Lo mismo pasa con los libros de terror, ya que aunque invariablemente Stephen King es el rey de ese género, el único libro que me ha hecho sudar frío y que lo tuve que cerrar en varias ocasiones por el temor que se saliera de sus páginas alguno de los seres fantasmagóricos de la historia, ha sido “The Woman in Black” de Susan Hill, o como la conocemos por estos lares: “La Dama de Negro” (por cierto la adaptación teatral es buenísimaaaaa, aunque la película es muy mala), por tal razón, si algún libro no me hace querer salir corriendo, mi calificación subjetiva será desfavorable.

Mexican Gothic lo encontré gracias a que aparecía en varias listas de Bookbub y de Goodreads, además el título y la portada me llamaron mucho la atención, por lo que dije “de aquí soy”, y puse en pausa otras lecturas que tenía en ese momento para comenzar un ciclo de libros de “terror” ¡Boooooo!

La historia se desarrolla en la década de los 50, en México. La protagonista, Noemí Taboada, es una socialité, guapa, que sabe que es atractiva y deseada por los hombres pero que su hobby es sólo jugar con ellos.

Su papá, quien es una persona adinerada, le pide un favor muuuuy grande, que vaya a visitar a su prima Catalina, quien hace poco se había casado con un inglés llamado Virgil Doyle, y se había ido a vivir a un pueblo minero en el estado de Hidalgo llamado “El Triunfo”, (recordemos que gracias a la industria minera, hubo una migración británica en esa zona del país, trayendo consigo muchas de sus tradiciones como el futbol y los famosos “pastes”).

Catalina sufrió la pérdida de sus padres a temprana edad, por lo que la familia de Noemí prácticamente la adoptó. Ya más grande, tampoco se le daban las cosas en el plano sentimental, por lo que causó sorpresa que anunciara su boda con Virgil al poco tiempo de conocerlo.

La razón por la que el papá de Noemí quería que fuera a “echarle un ojo”, es que Virgil lo había llamado para decirle que Catalina estaba actuando muy extraño últimamente, y ésto lo confirmó cuando recibió una carta de ella donde le decía que la habían “envenenando” y que la casa donde habitaba estaba MALDITA ¡Booo!

Noemí aceptó a regañadientes el encargo y pensó que máximo estaría una semana fuera de su casa, sin embargo, cuando llegó a la lúgubre y deprimente mansión que era conocida como “High Place”, le dio la razón a su prima de que se le estuviera zafando un tornillo, ya que la casa al parecer había tenido momentos de gloria hace muuuuchos años, pero actualmente se encontraba descuidada, era obscura, llena de humedad y se parecía mucho a sus dueños, ya que los Doyle habían sido una importante familia en la región, pero debido a distintos factores, tuvieron que cerrar la mina de plata la cual era su principal fuente de ingresos.

Los Doyle eran extraños. El abuelo ya era muy viejo y estaba a punto de colgar los tenis, sin embargo, toda la familia seguía obedeciendo sus excentricidades como permanecer en silencio absoluto durante las comidas. Noemí trató de no armar aspavientos por eso, ya que su misión era cerciorarse que su prima se encontraba bien, y lo que hicieran o dejaran de hacer los demás habitantes de High Place, le daba igual. La cuestión es que Catalina NO ESTABA BIEN, el poco tiempo que le permitían verla, parecía estar “ida” o “drogada”, y aunque tenía algunos momentos de lucidez, eventualmente regresaba a su estado cuasi catatónico.

Poco a poco, Noemí se percató que efectivamente algo raro pasaba en esa casa, ya que comenzó a tener unos sueños raros, y a caminar dormida. Y mientras trataba de lograr que su prima fuera atendida por otro médico que no fuera el doctor de cabecera de la familia, averiguó sobre eventos macabros que habían sucedido en High Place y que habían permeado con su maldad a la casa, haciendo cada vez más difícil que ella y su prima pudieran escapar de sus muros… ¡chan, chan, chan, chaaaaan!

La historia resulta entretenida, sobre todo porque como se lleva a cabo en México, contiene muchas frases y anécdotas propias de nuestro terruño… ¿Me dio miedo? mmm no, pero está “pasable” en mi escala subjetiva terrorífica.

Mi calificación subjetiva:



lunes, 19 de octubre de 2020

“Everything here is beautiful” by Mira T. Lee

 


Y tanto hablamos del amor de pareja que se nos olvida que existe otro tipo de amor que también es importante y afecta nuestras vidas: el fraternal.

No sé si le pase a usted estimado lector, pero a mí que me tocó ser la hermana mayor, me sucede que a veces me tomo demasiado en serio ese papel y sobreprotejo a mi hermana menor, juzgando sus decisiones sólo porque no son totalmente de mi agrado alegando que quiero “lo mejor” para ella… pero finalmente ¿Qué es “lo mejor”?, ¿”Lo mejor” para quién? ¿Para ella o para mí? ¡Aaaah, tanta subjetividad que entra en juego y que causa demasiados conflictos al no aceptar que los hermanos menores crecen, y que son independientes y capaces de hacerse responsables de sus propias decisiones!

Miranda y Lucía eran dos hermanas de origen chino que vivían en Estados Unidos. Su mamá había viajado a ese país después de la muerte de su esposo cuando Miranda tenía apenas 7 años y Lucía estaba a punto de nacer. Los primeros años en tierras americanas los vivieron en un cuarto en la casa de un pariente lejano y malhumorado en el estado de Tennessee. Posteriormente, se cambiaron a vivir a New Jersey donde su mamá consiguió un trabajo y pudieron comprar una mejor casa para ellas 3.

Miranda y Lucía eran totalmente opuestas. Lucía era de espíritu libre. Estudió periodismo, aunque se tomó algún tiempo mientras realizaba sus estudios para viajar a diferentes países de América del sur para ser voluntaria o dar clases de inglés, sin importar que las condiciones de vida fueran precarias. Por el contrario, Miranda enfocó sus estudios a temas de administración y finanzas y le gustaba tener una vida estructurada y un trabajo godín. Por tal razón, a nadie le sorprendió cuando Lucía anunció que se casaría con Yonah, quien era de origen ruso, judío, divorciado y dueño de una tienda de alimentos saludables en Nueva York.

La mamá de Miranda y Lucía desafortunadamente no pudo ser testigo de tal enlace ya que pocas semanas antes de la boda, murió de cáncer. Miranda entonces tomó su rol de hermana mayor con más seriedad ya que a partir de esa fecha sólo serían ella y Lucía.

Todo iba viento en popa, hasta que Lucía comenzó a portarse de manera extraña. Se salía de su casa a lugares no tan cercanos, como Long Island sólo porque se le había antojado nadar. Un día, Yonah le llamó a Miranda para decirle que le habían hablado de un hospital para avisarle que habían encontrado a Lucía en medio de la calle diciendo y haciendo cosas incoherentes. Lo que se le había olvidado a Lucía comentarle a su entonces marido, es que no era la primera vez que esto le sucedía. Años atrás había sufrido también de una crisis similar, y le habían diagnosticado una enfermedad mental que bajo medicamento, podría ser controlada. Después de ese episodio, comenzó a presionar a Yonah diciéndole que quería tener un hijo y que quería cambiar de ambiente, por lo que al no encontrar una respuesta favorable de su parte, decidió dejarlo e irse a vivir a un pueblo en el condado de Westchester, NY.

Por su parte, Miranda había conocido a un urólogo suizo divorciado con el que iniciaría una relación formal, trayendo con ello estabilidad en casi todos los aspectos de su vida. Sin embargo, Lucía continuaba siendo la piedra en su zapato, ya que sabía que mentalmente era inestable y que al ser ella su única familia, no podía desentenderse totalmente de su existencia, aunque eso implicara sacrificar tiempo, paz mental y hasta decisiones importantes en su porvenir.

¡Híjole! ¡Qué fuerte historia! Como mencionaba, como hermanos mayores muchas veces cargamos con responsabilidades que, o no nos competen, o que solitos nos las adjudicamos por ese papel que a veces sentimos que debemos tomar en la vida de nuestros hermanos menores, sin embargo, cada quien es dueño de su propio destino, y debemos aprender que en muchas ocasiones, sólo nos tocará ser meros espectadores de la vida de las personas que más amamos…

Mi calificación subjetiva: