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domingo, 19 de abril de 2020

“The light we lost” by Jill Santopolo

 


Alguna vez leí o escuché no me acuerdo dónde, que el problema que tenemos en la actualidad de idealizar las relaciones de pareja, se lo debemos a Hollywood y a Disney porque nos presentan en 2 horas una historia bastante rosa de cómo a pesar de múltiples vicisitudes, uno termina al final encontrando al amor de su vida, se casa y es feliz por siempre… el meollo es que esa historia está considerando el recurso utilizado en análisis económico denominado “ceteris paribus”, es decir, que todos los demás factores permanecen constantes lo cual aseguraría que prácticamente nuestra felicidad aumentaría conforme pasara el tiempo, pero sabemos que no es así, y la prueba fehaciente de eso es que nos encontramos encerrados en nuestras casas por un virus que surgió en un país muy lejano al nuestro, lo cual provocó que planes, actividades y la vida en general se viera alterada por una variable que no teníamos contemplada, así que la felicidad como nos la quieren pintar en las películas románticas no tiene un comportamiento lineal ni positivo, sino que presenta movimientos erráticos y a veces, hasta descendente.

Gabriel y Lucy se conocieron en una clase en la universidad de Columbia el fatídico 11 de Septiembre de 2001. Después de todo el alboroto y confusión que surgió al enterarse del atentado en contra de las Torres Gemelas, Gabriel invitó a Lucy a su departamento ya que se localizaba cerca del campus y desde ahí podía hablarle a sus familiares y amigos para hacerles saber que se encontraba bien. Esto en otras circunstancias resultaría extraño y sospechoso pero dadas las condiciones del momento, Lucy no lo pensó dos veces y se fue con Gabe. Ya instalados en su departamento pudieron ver a través de la televisión las fuertes imágenes del atentado, y dado a que los sentimientos y emociones estaban a flor de piel, terminaron dándose un beso (así como diría mi amiga Rihanna “We found love in a hopeless place”), peero el encanto se rompió muy pronto ya que Gabe recibió la llamada de su ex novia, quien le pedía ayuda porque su hermano se encontraba en la zona del World Trade Center y no lo localizaban, así que Lucy entendió la situación y se retiró de allí. Los meses pasaron y Lucy decidió olvidar el beso y el fatídico 11 de Septiembre por lo que trató de eludir a Gabriel dentro de la Universidad, ya que además había regresado con su ex novia.

Después de la graduación, Lucy encontró un trabajo en una productora de programas de televisión educativos para niños. el cual le gustaba mucho ya que sentía que realmente podía dejar una huella a través de él. Aunque no tenía una relación sentimental estable, su vida estaba bien, tranquila, cool… Peeero, un día en un bar se encontró nuevamente con Gabriel, y a pesar que sólo compartieron una tarde hace algunos años, esa chispa que había surgido entre ellos seguía presente, por lo que comenzaron a salir y al poco tiempo se fueron a vivir juntos. Su relación estaba llena de pasión, amor, era explosiva, y mucho tenía que ver con el carácter de Gabe.

Gabriel sintió que su trabajo godín no lo llenaba, y decidió dejarlo y dedicarse a una de sus pasiones: la fotografía, por lo que tomó un curso que le permitiera profesionalizarse mientras que Lucy lo alentaba porque realmente era muy bueno en lo que hacía. Sin embargo, era tanta su pasión, que un día Gabriel le comunicó a Lucy que había aplicado para un trabajo en Medio Oriente para cubrir los conflictos bélicos y fue aceptado, por lo que muy pronto se iría. Lucy se quedó en shock con la noticia, y aunque Gabe trató de convencerla que se fuera con él, ella le dijo que no estaba en sus planes dejar Manhattan ni abandonar su trabajo. Así, esa relación explosiva y apasionada terminó como inició, repentinamente.

Lucy pasó meses muy triste tratando de pegar los pedazos de su corazón roto y de rehacer su vida, y aunque eventualmente pudo encontrar la estabilidad, la sombra de Gabe siempre estuvo presente…

¡Uff! Esta sí es una historia de amor mucho más realista que las comedias románticas que tanto adoramos (al menos yo tengo mi colección de películas cursis y chilladoras). El final te quita el aliento, y nos hace reflexionar ¿Acaso sólo existe un “amor de tu vida”?  o ¿Existen diferentes niveles o frecuencias de amor que permiten querer a dos personas al mismo tiempo? Lo que sí le puedo decir es que es necesario tener cerca una caja de Kleenex cuando lea el libro. porque la va a necesitar…

Mi calificación subjetiva:



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