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lunes, 1 de abril de 2024

"Lecciones de Química" por Bonnie Garmus

 



Este libro lo vi por primera vez en la librería Gandhi que se encuentra en el mismo recinto que el Ocho30 del centro histórico de la ciudad de Puebla. Como ya se ha venido haciendo costumbre, en mi cumpleaños voy a comer/desayunar/tomar el café al restaurante, para después discretamente elegir un libro (o dos), en Gandhi. Como en otras ocasiones he comentado, los libros los elijo muchas veces por la portada (sí, todo lo contrario a lo que recomienda el dicho), y este me llamó la atención por la imagen que plasmaba en la misma, pero al final me decanté por “Cien Cuyes” que había ganado el Premio Alfaguara (no muy buena elección).

Pasó el tiempo y vi que el libro al que había ignorado elegantemente, lo habían llevado a la pantalla en Apple +, y ya sabemos que cuando eso sucede es porque la historia es buena.
Así que decidí adquirir el libro en formato digital, y ¡oh sorpresa! ¡Me dejó un muy buen sabor de boca y me hizo reflexionar mucho sobre la historia que narraba! Así que decidí, después de mucho tiempo, escribir una reseña completa.

Elizabeth Zott es una científica al principio de la década de los 60, que por aras del destino se convierte en la presentadora de un programa de televisión de cocina. Pero si a la mente les llega la imagen de una Chepina Peralta o el Chef Oropeza, están muy alejados de la realidad.
Elizabeth, cuya especialidad era la química, aprovechaba el espacio de su programa para hablar sobre las propiedades de los alimentos y los procesos químicos que se llevaban a cabo mientras elaboraba su receta, pero no sólo eso, también daba su opinión sobre temas variados como el rol de la mujer en la sociedad, la discriminación y otros temas que generaban controversia en esa época, ya que como Sheldon de The Big Bang Theory, no tenía filtros ni pelos en la lengua.

Elizabeth toda su vida se enfrentó a situaciones familiares y laborales que la hicieron convertirse en una persona fría, lógica y marcada por el raciocinio, y por ello, no podía concebir que a las mujeres se les dieran menos oportunidades laborales, que se les encasillara en el rol de madre y ama de casa, y que ellas mismas vieran como normal ese papel que sin solicitarlo se les había asignado, cuando su lógica le señalaba que mientras las personas contaran con la capacidad y la habilidad para realizar determinado trabajo, el género sería un factor irrelevante.

Este libro hizo que me acordara de la Geri universitaria que creía que podía cambiar al mundo, y para la que, al igual que Elizabeth, el género tendría que ser irrelevante, y que no concebía las diferencias en los roles asignados por la sociedad, y por ello, el tema de su tesis fue el cálculo del valor monetario del trabajo que todas, aún científicas como Elizabeth, llevamos a cabo: el trabajo doméstico no remunerado y con ello, tratar de visualizar la importancia de esa ardua labor que muchas veces menospreciamos. 

20 años después, y casi 60 de la historia de este libro, puedo decirle a esa Geri que sí ha habido muchos cambios, y estoy segura que Elizabeth también estaría contenta con los avances logrados. 
¿Hemos llegado al punto ideal de equidad? No, y no creo que algún día lo hagamos, porque finalmente cada género tiene características inherentes que hacen que sea diferente y por ende, habrá situaciones que por mucho que nos esforcemos, no se logren realizar igual que lo hace el género contrario.  

¿Se ha reducido la brecha salarial por género? Aún no lo hemos logrado al 100%, pero sigo creyendo, y muchas empresas también, que las habilidades y capacidades son las que deben prevalecer en la asignación del sueldo. 

Pero al igual que Elizabeth, quien lo mencionó en reiteradas ocasiones en el libro, el problema es cuando hacemos diferenciación por género en cuestiones básicas de todo ser humano, como sus derechos y valores tales como el respeto, la justicia, la tolerancia; y así como ella tuvo que callar y seguir adelante cuando sufrió de abusos por parte de sus jefes, porque ni las mismas autoridades le creían por ser mujer, ahora estamos no sólo logrando equilibrar esa balanza, sino que en muchas ocasiones, abusamos de ella. 

Ahora resulta muy fácil alzar la voz como mujer “denunciando” en redes sociales, (porque en esos casos la mayoría de las veces no se presenta una denuncia ante las autoridades correspondientes), una conducta que consideramos inapropiada, sin contar con la evidencia necesaria y sin importar las consecuencias que esto acarree al “presunto culpable”. (Ojo: hablo de los casos donde se “denuncia” sólo por venganza o despecho y se aprovechan de los medios que se han establecido para que las mujeres no se queden calladas ante un abuso o injusticia). 
Entonces, ¿Dónde quedó la búsqueda de esa equidad que tanto anhelamos? ¿Ahora nos convertimos en lo que tanto luchamos por eliminar? Esta Geri cuarentona se ha dado cuenta que las cosas no son de color blanco o negro, y que al ser mamá de dos hijos varones, recae en mí mucha responsabilidad en la forma en la que los educo para que sepan desenvolverse en esta sociedad que busca ser más equitativa, y que por lo tanto, deben aprender a respetar a todos los que los rodean y buscar que ese respeto sea recíproco, independientemente del género.

Definitivamente el libro me tocó fibras muy sensibles, y me permitió explayarme y plasmar por escrito muchas cosas que rondaban por mi cabeza. Le doy 5 estrellas en mi escala subjetiva y no sé si quiero ver la serie basada en él.