Fondo

martes, 29 de septiembre de 2020

“An american wife in Kabul” by Phyllis Chesler



No sé si usted mi estimado lector, tuvo la oportunidad de ver hace muchos ayeres la película que en México titularon “La huida”, protagonizada por Sally Fields y Alfred Molina y que está basada en el libro “Not without my daughter” escrito por Betty Mahmoody. Si ya la vio, estará de acuerdo conmigo en que la historia es impactante sobre todo porque está basada en hechos reales, y si no la ha visto, le recomiendo que lo haga, aunque aquí le cuento brevemente de qué trata. Betty es ciudadana norteamericana y está casada con un doctor de origen iraní llamado Moody. Tienen una hija, Mahtob, y viven en Estados Unidos. Moody le propone a Betty que vayan de vacaciones a Teherán para que su familia conozca a su hija, y ella aunque no está muy convencida, finalmente acepta. Ya instalados en Irán, Moody decide que ya no van a regresar a Estados Unidos. Betty no está de acuerdo sobre todo porque en Teherán no puede hacer muchas cosas, no puede salir sola y si sale sólo puede ir a realizar actividades esenciales como asistir a clases del estudio del Corán. Además, Moody pasó de ser un esposo y padre cariñoso, a convertirse en un hombre autoritario y frío. Betty decide regresarse a Estados Unidos, pero acorde a las reglas musulmanas, los padres son los que conservan la patria potestad de los hijos, por lo que si ella decide regresarse tendrá que ser sin Mahtob. Esto hace que Betty idee un plan para huir ella y su hija de Irán, aún con todos los riesgos que eso implica…

El libro no lo he leído todavía, pero la película sí me impactó. Y a todo esto usted se preguntará ¿y qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia? Ah pues que teniendo esta historia como antecedente, creí que este libro trataría de algo similar, y sí…pero no.

Phyllis Chesler, allá por finales de los años cincuenta, era una joven judía originaria de Nueva York que asistía a la Universidad cuando conoció a Abdul-Kareem, un joven apuesto de origen afgano y con quien compartía el gusto por el arte en todas sus expresiones, por lo que disfrutaban su tiempo viendo películas, escuchando música, disertando sobre lecturas, etc. Y ya sabe cómo es esto de la etapa del enamoramiento, donde los pobres ilusos creyeron que lo que sentían el uno por el otro era más fuerte que cualquier diferencia cultural o religiosa, así que decidieron casarse, viajar por Europa y de paso visitar a la familia de Abdul-Kareem en Afganistán…

La primera señal de alerta se presentó apenas llegando al aeropuerto de Kabul, cuando a Phyllis le quitaron su pasaporte según porque era un “trámite de rutina”, pero que no había nada de qué preocuparse porque eventualmente se lo regresarían.

La casa de Abdul era muy grande ya que su papá era un hombre muy poderoso en el sector financiero del país, por lo que podía darse el lujo de vivir con sus 3 esposas, hijos y nietos en un bonito conjunto de casas… es decir, juntos pero NO REVUELTOS.

Como todo en esta vida, al ser todo nuevo y exótico, al principio le causaba a Phyllis fascinación conocer una nueva cultura y convivir con su ahora familia, pero con el tiempo se percató que lo que ella creía un estilo de vida “acomodado”, era realmente una jaula de oro, ya que no se le permitía salir a conocer la ciudad y menos SOLA. Las mujeres de la casa sólo bordaban, hacían alguna manualidad, o veían crecer el pasto ya que tenían sirvientes que cuidaban a los chamacos y hacían todos los quehaceres domésticos, así que Phyllis muchas veces decidía quedarse en su habitación a leer, pero entonces la iban a visitar para preguntarle ¿si se sentía enferma o estaba triste? porque no había una razón lógica por la que una mujer quisiera pasar tiempo a solas. Abdul se encontraba ausente la mayor parte del tiempo ya que trataba de congraciarse con su papá para así acceder a un buen puesto de trabajo, por lo que casi no convivía con su ahora esposa.

Phyllis trataba de persuadir a Abdul de regresar a Estados Unidos, pero él le dijo que necesitaba más tiempo, que ella debería de comportarse acorde a los preceptos religiosos y sociales de manera que su papá estuviera complacido con su matrimonio y así pudiera asegurar un futuro estable para los dos.

El meollo de todo esto fue que Phyllis al no estar acostumbrada a la comida del lugar y a la forma poco higiénica en que la preparaban, enfermó de gravedad, sin embargo los doctores de la región le decían que eran sólos “sus nervios”, que eventualmente se le pasaría. Sin embargo, Phyllis no contenta con tan singular diagnóstico, decidió buscar un doctor occidental que pudiera examinarla, el cual, finalmente le dijo que tenía hepatitis y que eran necesarios cuidados especiales (sobre todo con la alimentación). Ante esta situación y creyendo que vería la luz en muy poco tiempo, a Phyllis se le ocurrió solicitar ayuda a la única persona lo suficientemente poderosa para ello: su suegro, el cual se apiadó de ella y le consiguió un pasaporte de Afganistán para salir del país.

Todo esto que le estoy contando pasó en escasos meses, y al contrario de Betty Mahmoody que tuvo que huir con su hija por desiertos y montañas y enfrentar múltiples peligros, Phyllis se subió al avión y ya…

Así Phyllis relata cómo después de esa experiencia, se unió a diversos movimientos sobre todo en apoyo a las mujeres y trató de estudiar un poco más sobre la religión musulmana (cosa que debió haber hecho antes de casarse creo yo), y menciona en el libro distintas referencias bibliográficas sobre la historia de Afganistán y el contexto en el que se desenvolvió su fallido matrimonio…

No menosprecio los meses que pasó encerrada en Kabul la escritora, pero tenía otra idea de cómo se desenvolvería la historia, ya que la mitad del libro habla sobre su vida en Afganistán, y la otra sobre sus disertaciones filosóficas e históricas, y la verdad, hubo momentos en los que me aburrió tanto que terminé leyéndolo en modo autómata.

Mi calificación subjetiva:



viernes, 25 de septiembre de 2020

“Endurance” by Scott Kelly

 

Y en otro capítulo de “La eterna ignorancia de su bloggera favorita”, gracias a este libro me di cuenta de lo poco que sabía de la carrera aeroespacial, porque conocía lo básico: el hombre había llegado a la Luna, algunas misiones habían tenido finales trágicos, existía una Estación Espacial, se está trabajando en una expedición a Marte… y pues ya. Gracias a que mi crío mayor ha mencionado en reiteradas ocasiones que de grande quiere ser astronauta, es como me ha nacido la inquietud de conocer más sobre el tema. De hecho leímos juntos el libro “El niño que tocó las estrellas” donde José Hernández, el astronauta mexicano, narra cómo desde pequeño soñó con ser astronauta y aunque la NASA lo rechazó más de 10 veces, no se rindió y por fin ¡Lo logró!

Este libro me llamó la atención, primero por el título: “Endurance” o “Resistencia” en nuestro idioma, y creo que ha sido la palabra que ha definido estos últimos meses, porque aunque uno trate de ser optimista, cada tercer día amanezco con ganas de salir a comprar cigarros… y no regresar. En el caso de Scott Kelly, el título se refiere a resistir casi 1 año viviendo en el espacio, cuestión que hasta ese momento, ningún astronauta había logrado. Y en segundo lugar, decidí leerlo para saciar mi curiosidad sobre los detalles del día a día de un astronauta en el espacio, y así estar preparada sobre qué suministros ponerle en su mochila al crío (Jejeje, uno nunca sabe).

El libro narra al mismo tiempo la aventura del año en el espacio de Scott Kelly y su historia de cómo llegó a ser astronauta. No sé usted mi estimado lector, pero yo siempre me he imaginado que todas las personas que trabajan en la NASA fueron Nerds toda su vida (y al crío le cuesta aprenderse las tablas de multiplicación ¡Ouch!), peeeero gracias a la historia de Scott, sabemos que no es del todo cierto. Resulta que el mismo Kelly narra que siempre fue muy malo en la escuela, no se concentraba, no había nada que le interesara y lo que le gustaba era ser intrépido junto con su hermano gemelo, Mark. Pero, su hermano sí enderezó el camino a tiempo, lo que le permitió entrar a una Academia Militar cuando se graduó de la preparatoria. Por el contrario, Scott durante la adolescencia entró a trabajar de paramédico y creyó haber encontrado su vocación en el campo de la medicina, por lo que entró a estudiar esa carrera. Sin embargo, las clases seguían siendo aburridas, no lograban atraer su atención, hasta que un día sin querer descubrió un libro llamado “The Right Stuff” (¿Ven la importancia de los libros?), el cual narraba sobre los inicios de la carrera aeroespacial y las habilidades que debían de contar los pilotos que eventualmente se convertirían en astronautas. Como Scott lo menciona, es como si hubiera escuchado “una voz” que le decía que se era su camino, así que decidió emular los pasos de su hermano Mark e ingresar a una escuela militar para convertirse en piloto y eventualmente aplicar a la NASA. Sin embargo, con sus calificaciones mediocres y su puntuación “para llorar” en el examen de aptitudes, muchas puertas se cerraron, por lo que decidió el siguiente semestre de su carrera elegir materias que lo retaran mentalmente y aplicarse en el estudio. Es ahí que se dio cuenta que concentrándose en los temas y “quemándose las pestañas” podía lograr buenas calificaciones. Así, pudo ingresar a una renombrada, aunque pequeña, Academia Militar, y aunque la disciplina marcial sabemos que es cosa seria, él tenía un propósito en la vida, y no se iba a dejar mermar por novatadas ni por gritos de sus maestros (y hoy sabemos que lo logró).

Por otra parte, Scott narra las vicisitudes que sufrió durante el año que estuvo en el espacio, desde las extrañas cábalas que tienen los astronautas previo a un viaje, hasta cuestiones que ahorita que las leí suenan lógicas pero que no sabía al respecto, como que la orina es filtrada para obtener agua potable y así puedan mantenerse hidratados (y es que Bonafont todavía no tiene ruta para la Estación Internacional Espacial jajajaja, ok no).

La forma en la que Scott describe la cotidianeidad espacial, es tan clara, que a veces sentía que flotaba (o tal vez era el vértigo por la edad, no lo sé). Detalles tan simples como el uso exagerado de velcro en la estación para que las herramientas, accesorios y demás suministros no anduvieran flotando por ahí, ahora lo veo como básico. Aprendí sobre la existencia de una máquina que ayuda a convertir el dióxido de carbono en oxígeno y las repercusiones que tienen los tripulantes cuando llega a fallar. La preparación que significa realizar una caminata espacial y todos los riesgos que esto implica, resulta estresante y a la vez emocionante cuando es exitosa. La pérdida de provisiones que son enviadas desde la Tierra debido a fallas en la nave que las transportaba hace que uno sude la gota gorda… en fin.

En verdad, me encantó el libro, hasta ganas me dieron de ser astronauta, pero al menos que la NASA lance un proyecto para estudiar “la senectud en el espacio y el impacto en el futuro de la humanidad ante un eventual exilio terrestre”, lo veo difícil. De hecho, la idea de que Scott permaneciera tanto tiempo en el espacio era para analizar las repercusiones que ésto tendría en su cuerpo, de manera que se pudieran tomar provisiones para una eventual expedición a Marte, ya que sabemos que el viaje hasta el planeta rojo requiere de más de un año en el espacio (por cierto, si le interesa todo este tema, vea la serie “Away” en Netflix, ya que habla sobre la misión a Marte y en donde muchas de las cosas que Scott describe en su libro, las podemos ver al menos a través de la pantalla chica).

Considero que es un libro que vale mucho la pena leer, y que nos demuestra que si tenemos bien definido nuestro propósito, no queda más que trabajar en ello hasta alcanzarlo, aún cuando las circunstancias no sean siempre favorables.

Mi calificación subjetiva:



jueves, 17 de septiembre de 2020

“Sentimental Journey” by Jill Barnett




Este para mí siempre será conocido como el “libro de 1 dólar”, y es que eso fue lo que pagué en Kindle por su descarga. Como ya le había comentado mi estimado lector, estoy inscrita al newsletter de Bookbub, donde me envían todos los días ofertas disponibles en libros electrónicos. Pues uno de esos días, vi esta oferta, y en lo que me fijo antes de comprar un libro es en el precio original, porque he encontrado libros cuyo precio estaba en 12 USD y con descuento los he conseguido en 2 ó 3 dólares. Por lo regular, aquéllos cuyo precio sin descuento es menor a 10 USD, no los compro porque eso significa que no son muy populares (ya ve como es esto de la oferta y la demanda), peeeero me decidí en comprar “Sentimental Journey” porque tenía buenos comentarios hechos por la mismísima Kristin Hannah, la escritora de “El Ruiseñor”, entonces me dije a mí misma “Mí misma, si a ella le gustó, no debe estar mal” y no me arrepiento de haberlo hecho…

El libro narra diferentes historias que aparentemente no están ligadas entre sí, pero que eventualmente encuentran su conexión.

Año 1941. Estados Unidos. Segunda Guerra Mundial. J.R. Cassidy es un guapo y seductor capitán del ejército de Estados Unidos, a quien le es encomendado una importante misión: rescatar a Kitty Kincaid, la hija de un científico que trabajaba para el gobierno estadounidense y cuyo secuestro a manos de los alemanes, era una forma de persuadir a su papá para que colaborara con ellos. Kitty se encontraba encerrada en una prisión en las montañas de Marruecos, por lo que Cassidy tendría que volar hasta allá para rescatarla y traerla de vuelta a Estados Unidos. El comandante que le encargó tan importante tarea, y cuya esposa se rumoraba tuvo un amorío con J.R., en venganza, se le olvidó decirle un pequeño detalle: Kitty contaba con una discapacidad, y por tal razón, eso traería consigo vicisitudes extras en su rescate. J.R. se dio cuenta de tal peculiaridad cuando había ya entrado a la celda en donde se encontraba presa, sin embargo, ésto en vez de ser un lastre en la misión, resultó ser una ventaja.

Año 1940. Inglaterra. El piloto de la Royal Air Force: George “Skip” Inskip, se encontraba un poco decepcionado de su participación en el conflicto bélico, ya que lo único que había hecho hasta el momento era probar las aeronaves que utilizaría la fuerza aérea y verificar que todo funcionaba como se esperaba. George era un joven adinerado y casado con su novia de toda la vida: Greer. Frecuentemente le otorgaban permiso en sus misiones para regresar a su casa en Londres unos días. En una de esas ocasiones, su esposa lo recibió muy contenta ya que, debido al racionamiento de comida, no tenían acceso a muchas opciones de alimentos, pero ella había conseguido unos huevos para cocinarle a su amado esposo (es muy chistoso cómo esas pequeños detalles que damos por sentado, cobran importancia en momentos críticos… actualmente aparentemente lo importante durante la pandemia era contar con papel higiénico… pero esa es otra historia jajaja). Sin embargo, el omelette que había pensado preparar Greer a Skip debería de aguantar un tiempo más, ya que George fue llamado de vuelta por la RAF, ya que ahora sí iba en serio su papel de piloto para defender a su país de los alemanes. La nueva misión de Skip lo ponía en la nada agradable situación de “Matar personas”, ya que aunque él trataba de derribar aviones enemigos de manera que los pilotos pudieran escapar, no siempre lo lograba, por lo que esa sensación de “ser un asesino” provocaba que cada vez que bajara del avión tuviera que vaciar su estómago…

Año 1932. Texas. “Red” Walker era un niño de 12 años que ayudaba a sus papás en la gasolinería que manejaban en un pequeño pueblo llamado Acme. Un buen día, cuando sólo se encontraban él y su mamá atendiendo el negocio, llegó un hombre en un flamante carro “nuevecito de paquete” que los dejó a ambos boquiabiertos. Red despachó la gasolina al desconocido mientras que su mamá, Diana Rae, platicaba muy alegremente con él. El caballero se ofreció a llevar a Diana a su trabajo, y ese fue el último día en que Red supo de ella, ya que unos días después recibió una postal de su mamá desde Dallas, y su papá recibió un paquete con los papeles de divorcio. A los pocos años, su padre falleció, dejando solos a él y a su hermana mayor. Red se hizo cargo entonces de la estación de gasolina, mientras que su hermana se casó. Años después, una tarde que se aproximaba un tornado en el pueblo, un pequeño avión que tuvo que aterrizar de emergencia, casi se estrella con la estación de gasolina. Red siempre había sentido fascinación por los aviones, así que era un verdadero acontecimiento ver uno tan cerca aún en aquellas circunstancias, pero lo que más le sorprendió era percatarse que el piloto era una mujer. Charley Morrison era hija de un piloto, diseñador y desarrollador de aviones, así que desde pequeña estaba familiarizada con el mundo de la aviación. En esta ocasión estaba trabajando para el gobierno de Estados Unidos verificado las casas o edificios que pudieran marcarse de manera que sirvieran de guías para los pilotos. Debido al cambio repentino en el clima, es que tuvo que aterrizar con tanta premura casi causando un accidente que pudo haber tenido consecuencias fatales. Red la hospedó por una noche, y cuando ella se marchó, se quedó triste al pensar que su vida era tan aburrida y sin nada emocionante, porque su destino había sido ser despachador y no podía hacer nada al respecto… ¿o sí?

Como comentaba al principio, estas historias eventualmente convergen, resultando con ello un relato emocionante y difícil de dejar a un lado… y el final ¡uff!, me sacó una lagrimita. Si el tema de la Segunda Guerra Mundial le gusta, NO DEBE PERDER LA OPORTUNIDAD DE LEER ESTE LIBRO.

Mi calificación subjetiva:



viernes, 11 de septiembre de 2020

“El enigma de la habitación 622” por Joël Dicker

 


¡Ah cómo me gusta Joël Dicker! Y no sólo cómo escribe, sino que el muchacho feo no es jejejeje. Si recordará, amable lector, su libro “La verdad sobre el caso Harry Quebert” es el ÚNICO que ha alcanzado en mi escala subjetiva, una calificación de 6 estrellas, colocándolo en el TOP TOP TOP TOP de mis lecturas, y curiosamente tanto ese libro como éste los tengo sólo en versión electrónica, por lo que necesito comprarlos en físico para incluirlos en mi mini biblioteca (y por cierto ya viene mi cumpleaños y ese sería un buen regalo jejeje).

Y pues bueno, entrando al tema que nos reúne en esta reseña, le cuento… este libro cuenta la aventura del propio Joël Dicker tratando de resolver el misterio de un asesinato perpetrado en un hotel lujoso localizado en los Alpes Suizos, donde él decidió tomarse un descanso que le permitiera despejar su mente y escribir… este libro.

Todo comenzó cuando al llegar a la habitación que le asignaron, la 623, se dio cuenta que junto no se encontraba, como uno esperaba, la habitación 622, sino que se localizaba la 621-bis, WHAT??? Joël trató de averiguar la razón de tal peculiaridad, pero el personal sólo le respondía con evasivas o respuestas absurdas.

Disfrutando de sus primeros días de descanso en el hotel, Joël conoció a Scarlett, quien se hospedaba en la habitación 621-bis, y a quien también le había intrigado tal numeración. Scarlett decidió investigar un poco más y se enteró que años atrás se había cometido un asesinato en la habitación 622 y por si fuera poco, nunca había sido resuelto… por lo que le propuso a Joël que investigaran al respecto, y de paso, eso le permitiría contar con una buena historia para su libro. Joël lo que quería era descansar, pero se terminó por contagiar con el entusiasmo de su vecina y comenzaron a investigar.

Resulta que una de las personas que protagonizaron tal incidente en el hotel, era ni más ni menos que uno de los más prestigiosos banqueros de Suiza: Macaire Ebezner. Todo el drama comenzó años atrás cuando su padre y el entonces director y principal accionista del banco Ebezner, Abel, por algún hecho que no queda claro, se enojó con su hijo y decidió que su no ocupara el cargo de Director de forma directa, siguiendo así la tradición de “Sólo un Ebezner puede dirigir el banco Ebezner”, sino que ahora el Consejo del Banco sería el encargado de elegir al próximo Director.

Unos días antes de la elección y cuando todo apuntaba a que Macaire sería el nuevo Director, corrió el rumor que el Consejo estaba decidiendo entre él y Lev Levovitch, quien aunque no pertenecía a una familia adinerada de banqueros, era muy respetado en el sector por sus decisiones y consejos acertados hacia sus clientes.

Toda esta intriga por la elección del nuevo director, la había orquestado un personaje nada agradable pero con bastante poder en el Consejo del Banco: Sinior Tarnagol, quien era un misterioso hombre que había salido de la nada y que llegó de buenas a primeras a querer comprar el banco Ebezner, y aunque no lo logró, hizo que Macaire le cediera sus acciones por razones que nadie entendía.

La noche del asesinato, se llevaba a cabo en el hotel el “Gran fin de semana Anual” del banco Ebezner, que tradicionalmente se organizaba en Diciembre a modo de “descanso y relajación” para el personal, y que culminaba con un baile de gala el cual era aprovechado para hacer anuncios oficiales, y en donde se nombraría al nuevo director.

Joël junto con Scarlett, pudieron resolver el misterio de la habitación 622 reafirmando el viejo dicho de “No todo es lo que parece”…

Me gustó el libro, está lleno de intriga, acción, drama y giros inesperados, aunque hay ciertos elementos inverosímiles para mi gusto, que son los que hicieron que no le otorgara una mayor calificación, aunque 5 estrellas creo que no son nada despreciables.

Mi calificación subjetiva: