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jueves, 30 de julio de 2020

“A little princess” by Frances Hodgson Burnett

 



Este libro lo compré en mi segunda casa,”Barnes and Noble” (jajajaja) y me encantó la edición ya que la cubierta está hecha de cuero, las hojas tienen un filo dorado, está ilustrado y pertenece a una serie de ediciones especiales de colección publicadas por Barnes&Noble, y que cuestan sólo 10 dolaritos (aunque con el tipo de cambio actual, no sé si sea una ganga).






Algo tiene con India esta escritora, porque si ya leyó el libro o vio la película de “El jardín secreto”, recordará que la historia comienza en ese exótico país, y ésta también…

Sara Crewe, era una niña de 7 años que vivía con su papá en la India a principios del siglo XX. Su mamá murió cuando ella nació por lo que sólo ellos dos formaban su peculiar familia. Sara tenía mucha imaginación y le encantaba contar historias. Sabía que era “adinerada” y que iba a heredar una fortuna de su papá, aunque no entendía bien el concepto de riqueza ya que ella trataba a todos por igual.

Como muchas familias británicas que radicaban en la India, su papá decidió que era prudente que Sara estudiara en Londres, por lo que decidió inscribirla en un afamado internado para señoritas el cual estaba dirigido por la señorita Minchin.

La susodicha señorita Minchin a pesar de convivir con muchas niñas, no contaba con mucha paciencia para soportarlas, pero como el interés tiene pies, al ver que el Capitán Crewe era una persona con “harta lana”, permitiría una serie de concesiones hacia Sara para quedar bien con él y que el dinero siguiera llegando. Entre estos privilegios se encontraban el contar con una habitación más amplia para ella sola y además contar con la asistencia de su propia “auxiliar” llamada Mariette.

Sin embargo, al contrario de lo “pedante” que se esperaría fuera Sara, ella era generosa y mostraba interés sobre todo por las niñas que veía que estaban solas o que no pertenecían al grupo de las “populares” y trataba de ayudarlas en lo que pudiera. Esto hizo que todavía más niñas se ensañaran con ella y que sarcásticamente la llamaran “Princesa” porque según estas envidiosas, Sara se sentía como de la realeza y habría que rendirle pleitesía.

Y sí, Sara era algo que promovía en las demás niñas, sentirse “princesas” pero no de un modo presuntuoso, sino como una forma de motivarlas a ser lo que ellas quisieran aunque las circunstancias no fueran las idóneas o a pesar de los comentarios de las personas “malvibrosas”.

Peeeero, porque ya sabe que siempre hay un pero en las historias, justo en el cumpleaños 11 de Sara, y a la mitad de una fiesta suntuosa que le había organizado la señorita Minchin, recibió la terrible noticia que su padre había fallecido en India, y por si fuera poco, ya no tenía dinero ya que su papá había tomado pésimas decisiones al momento de invertir sus recursos. Esto hizo que la señorita Minchin por fin pudiera expresar la repulsión que sentía hacia la niña, y aunque no pudo correrla del internado porque no tenía más familia, la obligó a trabajar de sirvienta para con ello solventar sus gastos. Y así, de contar con asistente personal y vivir holgadamente en una habitación amplia, terminó durmiendo en el ático, en una pequeña habitación sin calefacción y con una familia de ratas como vecinos.

Aún en esas circunstancias, Sara trata de demostrar que sigue siendo una princesa, y gracias a su vasta imaginación puede sobrellevar las vicisitudes que la vida le presenta, porque como diría la frase “el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”…

No sé si usted mi querido lector, tuvo la oportunidad de ver la película basada en este libro y que fue dirigida por Alfonso Cuarón, si no la ha visto, ¿qué espera? está llena de magia y estuvo nominada a dos premios Oscar. Y si ya la vio, le puedo decir que la historia es muy similar aunque sí tiene un punto clave en la que difieren. Por cierto si la ve, o si ya la vio, le recomiendo prestar atención a la canción “Kindle my heart” de Abigail Doyle, que a mí me gusta mucho.

Mi calificación subjetiva:



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