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miércoles, 14 de octubre de 2020

“Someday in Paris” by Olivia Lara

 



Aaay el amortsss, el amortsss, que como diría mi amigo Bono de U2: no podemos vivir con él y tampoco sin él, pero ¿existirá realmente “THE ONE”, ese amor predestinado y escrito para nosotros en las estrellas? ¿Y qué pasa si lo encontramos pero el destino se encarga de separarnos?

Zara es una chica de 15 años que vive con su mamá en la ciudad de Colmar, en la región francesa de Alsacia. Un día, despierta agitada después de tener un sueño bastante extraño donde se ve a ella misma pero con 20 años más, vestida de forma muy elegante, en medio de un evento en el Museo de la Ciudad y enfrente de una pintura que reconoce es de Monet.

A Zara siempre le había interesado el arte, por esa razón se escabullía en la zona de “libros raros” en la pequeña biblioteca que el Museo de Colmar poseía, sin embargo, ya había sido advertida por el curador de dicha colección que no se acercara a esa sección ya que eran libros muy antiguos o peculiares para que una adolescente anduviera manoseándolos, pero las obras sobre historia de arte que se encontraban en las bibliotecas de la región ya las había leído y además no eran tan fascinantes como aquellas que se encontraban en el museo.

Después de haber tenido ese sueño “raro” pero a la vez tan “vívido”, algo hizo que se dirigiera a la biblioteca del Museo nuevamente, donde buscó si había alguna novedad en la sección de libros de arte. Entre las nuevas adquisiciones encontró un libro que aunque no era nuevo, contenía la pintura que había visto en sus sueños: “Impresión, sol naciente” de Claude Monet. Escondida en un rincón, cual muñeca fea, se quedó mirando por mucho rato la pintura, hasta que se fue la luz del museo, y escuchó unos pasos que creyó que eran del vigilante. Sin embargo, un muchacho un poco más grande que ella, se le acercó. Su nombre era Leo, y se encontraba en Colmar por una excursión que habían hecho en el internado donde estudiaba, en Suiza. “Algo” también lo había “llevado” hasta el museo, ya que quería verificar si ahí se encontraba la misma pintura de Monet con la que Zara había soñado ¡Wicked!

En los pocos minutos que estuvieron platicando Zara y Leo, sintieron como si se conocieran de toda la vida, por lo que cuando llegó el momento de separarse, Leo le pidió a Zara su dirección para escribirle (ya que esto sucedió en los años 50, cuando no había ni mail ni whatsapp), ella se la proporcionó aunque no pensó que le escribiera.

Leo era originario de Nueva York. Su familia, los Price, pasaron de vivir modestamente en un suburbio, a mudarse a un departamente en el Upper West Side en Manhattan. Gracias a negocios que su papá había establecido con su mejor amigo y padrino de Leo, Jean Jacques D’Angers, es que este cambio en su estilo de vida se había llevado a cabo. Los vecinos de Leo eran la familia D’Angers, es decir, su padrino, su esposa y su hija Nicole; y Los Saint Germain, quien tenían un hijo un año mayor que Leo, llamado Vincent. Los Price eran considerados como “nuevos ricos” por lo que aunque eran aceptados en los círculos sociales, no contaban con la alcurnia de los ricos de antaño. Por tal razón, cuando Los D’Angers y Los Saint Germains decidieron enviar a sus hijos a estudiar a un internado de prestigio en Suiza, la familia de Leo también tomó la decisión de que él asistiera a la misma escuela, o ¿qué pensaría la “alta sociedad” de Manhattan?

Leo cumplió su promesa de escribirle a Zara, y así iniciaron una relación de amigos por correspondencia. Zara tuvo un día un sueño muy extraño, soñó que no podía respirar y que enfermaba de gravedad, pero no era un sueño normal, era como si ella viera y sintiera las cosas desde la perspectiva de alguien más. Su mamá le explicó que estos sueños eran comunes en las mujeres de su familia y que generalmente cuando eso sucedía, es porque había encontrado al amor de su vida, a esa persona con la que estaba conectada, aunque cabe aclarar, esto no significaba que terminarían juntos, a veces ni siquiera se llegarían a conocer, pero la conexión seguiría latente.

Pocos días después, Zara se enteró que Leo había enfermado y que estuvo internado en el hospital (por eso soñó lo que soñó), y entonces confirmó lo que le había contado su mamá: ella y Leo eran “uno mismo, uo, uo”.

Peeeero, porque siempre hay un pero, si no no habría historias por escribir, cuando Leo y Zara se ponen de acuerdo para volverse a ver, una serie de eventos desafortunados hacen que su encuentro sea fallido, y pa’ acabarla de amolar, un suceso trágico hace que pierdan contacto y que se extinga la esperanza de volverse a ver…

Si a usted le gustan las historias de amortssss, este libro le encantará. A mí me gustó, pero mi lado amargoso de cuarentona incipiente piensa que sería frustrante saber que existe una conexión con el amor de tu vida ¡Y que nunca lo llegues a conocer! Mejor déjeme como estaba y yo solita me decepciono de mis elecciones sentimentales jejejeje.

Mi calificación subjetiva:





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