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martes, 5 de marzo de 2019

“Mi negro pasado” por Laura Esquivel




Este es el tercer libro de la serie que inició con “Como agua para chocolate” (el cual por cierto leí ya hace algunos ayeres y sí me gustó), y que continuó con el “Diario de Tita” (ese sí para que vea no lo he leído). Este es el clásico libro que se lee en una sentada (en su sala, baño, comedor, donde más le plazca pues) ya que no cuenta con muchas páginas y además el tamaño de letra no es nada pequeño…

María, es una mujer que sufre de depresión y para combatirla se refugia en la comida, lo cual hace que parezca todo menos una varita de nardo. La causa de tal estado emocional se debe a que después de desear taaaanto tener un hijo, resulta que se llevó tremenda sorpresa cuando al nacer Horacio (así se llama su bebé), se dieron cuenta que se había pasado de tueste (haga de cuenta como Soruyo), y aunque el niño era hermoso, el color de piel no era igual al de sus papás, por lo que el esposo de María, así como todos sus amigos/familiares/conocidos la tacharon de infiel, porque ¿qué otra explicación podían encontrar?

Para acabarla de amolar, la mamá de María falleció al poco tiempo de haber nacido Horacio, por lo que sus hermanos la culparon de haberle causado indirectamente la muerte  debido a su penosa “situación”. Durante el funeral de su mamá, apareció Lucía, su abuela, quien al darse cuenta del ambiente hostil y nada sano en el que se encontraba María, decidió llevarla a su rancho en Piedras Negras para que se alejara de toda la mala vibra que la rodeaba a ella y a su hijo.

La mamá de María había dejado de hablarle a Lucía hace muchos años, por lo que María no había tenido oportunidad de convivir con su abuela.

Durante su estancia, Lucía le cuenta a María sobre sus antepasados, ya que ella es tataranieta tanto de Gertrudis como de Rosaura de la Garza  (o sea,  es tatarasobrina de Tita), y se da cuenta que Horacio es igualito a su abuelo, el cual efectivamente era hijo de un mexicano y una afroamericana, pero debido al alejamiento de su madre con su familia, poco o nada sabía de ese “pequeño detalle”.

Esos días en el rancho le sirven a María para aprender a cocinar, a tejer, a reencontrarse con sí misma y convertirse en la mamá que Horacio merece.

Aunque la historia del libro trata de extrapolar la esencia de “Como agua para chocolate” a la actualidad, a mi parecer no lo logra y hasta se siente forzada en algunas ocasiones…

Mi calificación subjetiva:



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