Fondo

jueves, 12 de marzo de 2020

“Where the past begins” by Amy Tan



Le propongo un ejercicio mi estimado lector, piense en alguna canción, pintura, poema, novela, escultura o cualquier expresión artística que lo haya conmovido hasta los huesos, ¿listo? Ahora reflexione ¿qué siente cuando ve o escucha la obra que eligió? ¿Tristeza, alegría, amor? Por último imagínese el momento en el que el artista realizó esa obra, ¿cree que lo que usted siente es lo que realmente quería transmitir?

Además de la lectura, otra de mis pasiones es la música (escucharla, ya que en el piano sólo sé tocar “Las mañanitas” y de cantar ni hablamos que los perros empiezan a aullar con mi melodiosa voz), y cuando escucho una canción que me conmueve, pienso en lo maravilloso que es como artista poder trascender a través de su obra, y sobre todo poder transmitir esa emoción o sentimiento que lo inspiró para su creación.

En este libro, la autora expone momentos específicos de su vida de manera que conozcamos el contexto en el que su obra se ha ido desarrollando, la manera en la que su proceso creativo se lleva a cabo y los factores que la han inspirado para escribir.

Amy Tan nació en Estados Unidos de padres migrantes chinos. Tenía dos hermanos, uno más grande que ella y uno menor. Siendo adolescente, sufrió la pérdida en poco tiempo de su hermano mayor y de su papá, lo cual trajo un desequilibrio muy fuerte en su hogar sobre todo por la manera en la que su mamá enfrentó dichos acontecimientos.

Desde pequeña tuvo la facilidad para dibujar, pero eso no significaba que tuviera un talento innato para pintar, ya que dibujaba basándose en una imagen preestablecida, (como un pájaro o un gato), pero no contaba con la inspiración para mezclar técnicas, colores o plasmar algo producto de su imaginación… cosa contraria a lo que le pasaba con la escritura, de la cual cuenta que a veces hasta en sueños se manifestaban las historias de sus próximos libros.

Si usted ha leído “El Club de la buena estrella”, déjeme le platico que algunas historias de las que ahí se narran sucedieron en la vida real. Una de ellas y que se basó en su propia experiencia, es la de la niña que tomaba clases de piano más por imposición de la mamá que por gusto. Aunque a Amy no le disgustaba tanto, realmente no era algo que le apasionara, sin embargo, esto sirvió para afinar su oído y apreciar sobre todo la música clásica e instrumental, la cual además utiliza como fondo musical mientras escribe sus libros. Con respecto a ese tema, me sentí identificada con la forma en la que la música se convierte en parte esencial de su vida, ya que por ejemplo, comenta que uno de sus compositores favoritos es  Sergei Rachmaninoff, y que su obra predilecta es el “Concierto número 3”, y es tanta la emoción que siente al escucharlo, que escribió un pequeño relato basado en esta composición. Dentro del libro narra minuto a minuto de la duración del concierto, la trama de ese relato… ¡Wow! es maravilloso cómo puede unir esas dos pasiones de manera tan extraordinaria.

El libro me gustó mucho, aunque hubo algunos capítulos que me llegaron a aburrir, como uno donde profundizaba sobre su conocimiento en temas de lingüistica y otro donde transcribía los correos electrónicos que mantuvo con su editor mientras escribía el libro.

Mi calificación subjetiva:



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