Fondo

lunes, 19 de octubre de 2020

“Everything here is beautiful” by Mira T. Lee

 


Y tanto hablamos del amor de pareja que se nos olvida que existe otro tipo de amor que también es importante y afecta nuestras vidas: el fraternal.

No sé si le pase a usted estimado lector, pero a mí que me tocó ser la hermana mayor, me sucede que a veces me tomo demasiado en serio ese papel y sobreprotejo a mi hermana menor, juzgando sus decisiones sólo porque no son totalmente de mi agrado alegando que quiero “lo mejor” para ella… pero finalmente ¿Qué es “lo mejor”?, ¿”Lo mejor” para quién? ¿Para ella o para mí? ¡Aaaah, tanta subjetividad que entra en juego y que causa demasiados conflictos al no aceptar que los hermanos menores crecen, y que son independientes y capaces de hacerse responsables de sus propias decisiones!

Miranda y Lucía eran dos hermanas de origen chino que vivían en Estados Unidos. Su mamá había viajado a ese país después de la muerte de su esposo cuando Miranda tenía apenas 7 años y Lucía estaba a punto de nacer. Los primeros años en tierras americanas los vivieron en un cuarto en la casa de un pariente lejano y malhumorado en el estado de Tennessee. Posteriormente, se cambiaron a vivir a New Jersey donde su mamá consiguió un trabajo y pudieron comprar una mejor casa para ellas 3.

Miranda y Lucía eran totalmente opuestas. Lucía era de espíritu libre. Estudió periodismo, aunque se tomó algún tiempo mientras realizaba sus estudios para viajar a diferentes países de América del sur para ser voluntaria o dar clases de inglés, sin importar que las condiciones de vida fueran precarias. Por el contrario, Miranda enfocó sus estudios a temas de administración y finanzas y le gustaba tener una vida estructurada y un trabajo godín. Por tal razón, a nadie le sorprendió cuando Lucía anunció que se casaría con Yonah, quien era de origen ruso, judío, divorciado y dueño de una tienda de alimentos saludables en Nueva York.

La mamá de Miranda y Lucía desafortunadamente no pudo ser testigo de tal enlace ya que pocas semanas antes de la boda, murió de cáncer. Miranda entonces tomó su rol de hermana mayor con más seriedad ya que a partir de esa fecha sólo serían ella y Lucía.

Todo iba viento en popa, hasta que Lucía comenzó a portarse de manera extraña. Se salía de su casa a lugares no tan cercanos, como Long Island sólo porque se le había antojado nadar. Un día, Yonah le llamó a Miranda para decirle que le habían hablado de un hospital para avisarle que habían encontrado a Lucía en medio de la calle diciendo y haciendo cosas incoherentes. Lo que se le había olvidado a Lucía comentarle a su entonces marido, es que no era la primera vez que esto le sucedía. Años atrás había sufrido también de una crisis similar, y le habían diagnosticado una enfermedad mental que bajo medicamento, podría ser controlada. Después de ese episodio, comenzó a presionar a Yonah diciéndole que quería tener un hijo y que quería cambiar de ambiente, por lo que al no encontrar una respuesta favorable de su parte, decidió dejarlo e irse a vivir a un pueblo en el condado de Westchester, NY.

Por su parte, Miranda había conocido a un urólogo suizo divorciado con el que iniciaría una relación formal, trayendo con ello estabilidad en casi todos los aspectos de su vida. Sin embargo, Lucía continuaba siendo la piedra en su zapato, ya que sabía que mentalmente era inestable y que al ser ella su única familia, no podía desentenderse totalmente de su existencia, aunque eso implicara sacrificar tiempo, paz mental y hasta decisiones importantes en su porvenir.

¡Híjole! ¡Qué fuerte historia! Como mencionaba, como hermanos mayores muchas veces cargamos con responsabilidades que, o no nos competen, o que solitos nos las adjudicamos por ese papel que a veces sentimos que debemos tomar en la vida de nuestros hermanos menores, sin embargo, cada quien es dueño de su propio destino, y debemos aprender que en muchas ocasiones, sólo nos tocará ser meros espectadores de la vida de las personas que más amamos…

Mi calificación subjetiva:



miércoles, 14 de octubre de 2020

“Someday in Paris” by Olivia Lara

 



Aaay el amortsss, el amortsss, que como diría mi amigo Bono de U2: no podemos vivir con él y tampoco sin él, pero ¿existirá realmente “THE ONE”, ese amor predestinado y escrito para nosotros en las estrellas? ¿Y qué pasa si lo encontramos pero el destino se encarga de separarnos?

Zara es una chica de 15 años que vive con su mamá en la ciudad de Colmar, en la región francesa de Alsacia. Un día, despierta agitada después de tener un sueño bastante extraño donde se ve a ella misma pero con 20 años más, vestida de forma muy elegante, en medio de un evento en el Museo de la Ciudad y enfrente de una pintura que reconoce es de Monet.

A Zara siempre le había interesado el arte, por esa razón se escabullía en la zona de “libros raros” en la pequeña biblioteca que el Museo de Colmar poseía, sin embargo, ya había sido advertida por el curador de dicha colección que no se acercara a esa sección ya que eran libros muy antiguos o peculiares para que una adolescente anduviera manoseándolos, pero las obras sobre historia de arte que se encontraban en las bibliotecas de la región ya las había leído y además no eran tan fascinantes como aquellas que se encontraban en el museo.

Después de haber tenido ese sueño “raro” pero a la vez tan “vívido”, algo hizo que se dirigiera a la biblioteca del Museo nuevamente, donde buscó si había alguna novedad en la sección de libros de arte. Entre las nuevas adquisiciones encontró un libro que aunque no era nuevo, contenía la pintura que había visto en sus sueños: “Impresión, sol naciente” de Claude Monet. Escondida en un rincón, cual muñeca fea, se quedó mirando por mucho rato la pintura, hasta que se fue la luz del museo, y escuchó unos pasos que creyó que eran del vigilante. Sin embargo, un muchacho un poco más grande que ella, se le acercó. Su nombre era Leo, y se encontraba en Colmar por una excursión que habían hecho en el internado donde estudiaba, en Suiza. “Algo” también lo había “llevado” hasta el museo, ya que quería verificar si ahí se encontraba la misma pintura de Monet con la que Zara había soñado ¡Wicked!

En los pocos minutos que estuvieron platicando Zara y Leo, sintieron como si se conocieran de toda la vida, por lo que cuando llegó el momento de separarse, Leo le pidió a Zara su dirección para escribirle (ya que esto sucedió en los años 50, cuando no había ni mail ni whatsapp), ella se la proporcionó aunque no pensó que le escribiera.

Leo era originario de Nueva York. Su familia, los Price, pasaron de vivir modestamente en un suburbio, a mudarse a un departamente en el Upper West Side en Manhattan. Gracias a negocios que su papá había establecido con su mejor amigo y padrino de Leo, Jean Jacques D’Angers, es que este cambio en su estilo de vida se había llevado a cabo. Los vecinos de Leo eran la familia D’Angers, es decir, su padrino, su esposa y su hija Nicole; y Los Saint Germain, quien tenían un hijo un año mayor que Leo, llamado Vincent. Los Price eran considerados como “nuevos ricos” por lo que aunque eran aceptados en los círculos sociales, no contaban con la alcurnia de los ricos de antaño. Por tal razón, cuando Los D’Angers y Los Saint Germains decidieron enviar a sus hijos a estudiar a un internado de prestigio en Suiza, la familia de Leo también tomó la decisión de que él asistiera a la misma escuela, o ¿qué pensaría la “alta sociedad” de Manhattan?

Leo cumplió su promesa de escribirle a Zara, y así iniciaron una relación de amigos por correspondencia. Zara tuvo un día un sueño muy extraño, soñó que no podía respirar y que enfermaba de gravedad, pero no era un sueño normal, era como si ella viera y sintiera las cosas desde la perspectiva de alguien más. Su mamá le explicó que estos sueños eran comunes en las mujeres de su familia y que generalmente cuando eso sucedía, es porque había encontrado al amor de su vida, a esa persona con la que estaba conectada, aunque cabe aclarar, esto no significaba que terminarían juntos, a veces ni siquiera se llegarían a conocer, pero la conexión seguiría latente.

Pocos días después, Zara se enteró que Leo había enfermado y que estuvo internado en el hospital (por eso soñó lo que soñó), y entonces confirmó lo que le había contado su mamá: ella y Leo eran “uno mismo, uo, uo”.

Peeeero, porque siempre hay un pero, si no no habría historias por escribir, cuando Leo y Zara se ponen de acuerdo para volverse a ver, una serie de eventos desafortunados hacen que su encuentro sea fallido, y pa’ acabarla de amolar, un suceso trágico hace que pierdan contacto y que se extinga la esperanza de volverse a ver…

Si a usted le gustan las historias de amortssss, este libro le encantará. A mí me gustó, pero mi lado amargoso de cuarentona incipiente piensa que sería frustrante saber que existe una conexión con el amor de tu vida ¡Y que nunca lo llegues a conocer! Mejor déjeme como estaba y yo solita me decepciono de mis elecciones sentimentales jejejeje.

Mi calificación subjetiva:





martes, 29 de septiembre de 2020

“An american wife in Kabul” by Phyllis Chesler



No sé si usted mi estimado lector, tuvo la oportunidad de ver hace muchos ayeres la película que en México titularon “La huida”, protagonizada por Sally Fields y Alfred Molina y que está basada en el libro “Not without my daughter” escrito por Betty Mahmoody. Si ya la vio, estará de acuerdo conmigo en que la historia es impactante sobre todo porque está basada en hechos reales, y si no la ha visto, le recomiendo que lo haga, aunque aquí le cuento brevemente de qué trata. Betty es ciudadana norteamericana y está casada con un doctor de origen iraní llamado Moody. Tienen una hija, Mahtob, y viven en Estados Unidos. Moody le propone a Betty que vayan de vacaciones a Teherán para que su familia conozca a su hija, y ella aunque no está muy convencida, finalmente acepta. Ya instalados en Irán, Moody decide que ya no van a regresar a Estados Unidos. Betty no está de acuerdo sobre todo porque en Teherán no puede hacer muchas cosas, no puede salir sola y si sale sólo puede ir a realizar actividades esenciales como asistir a clases del estudio del Corán. Además, Moody pasó de ser un esposo y padre cariñoso, a convertirse en un hombre autoritario y frío. Betty decide regresarse a Estados Unidos, pero acorde a las reglas musulmanas, los padres son los que conservan la patria potestad de los hijos, por lo que si ella decide regresarse tendrá que ser sin Mahtob. Esto hace que Betty idee un plan para huir ella y su hija de Irán, aún con todos los riesgos que eso implica…

El libro no lo he leído todavía, pero la película sí me impactó. Y a todo esto usted se preguntará ¿y qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia? Ah pues que teniendo esta historia como antecedente, creí que este libro trataría de algo similar, y sí…pero no.

Phyllis Chesler, allá por finales de los años cincuenta, era una joven judía originaria de Nueva York que asistía a la Universidad cuando conoció a Abdul-Kareem, un joven apuesto de origen afgano y con quien compartía el gusto por el arte en todas sus expresiones, por lo que disfrutaban su tiempo viendo películas, escuchando música, disertando sobre lecturas, etc. Y ya sabe cómo es esto de la etapa del enamoramiento, donde los pobres ilusos creyeron que lo que sentían el uno por el otro era más fuerte que cualquier diferencia cultural o religiosa, así que decidieron casarse, viajar por Europa y de paso visitar a la familia de Abdul-Kareem en Afganistán…

La primera señal de alerta se presentó apenas llegando al aeropuerto de Kabul, cuando a Phyllis le quitaron su pasaporte según porque era un “trámite de rutina”, pero que no había nada de qué preocuparse porque eventualmente se lo regresarían.

La casa de Abdul era muy grande ya que su papá era un hombre muy poderoso en el sector financiero del país, por lo que podía darse el lujo de vivir con sus 3 esposas, hijos y nietos en un bonito conjunto de casas… es decir, juntos pero NO REVUELTOS.

Como todo en esta vida, al ser todo nuevo y exótico, al principio le causaba a Phyllis fascinación conocer una nueva cultura y convivir con su ahora familia, pero con el tiempo se percató que lo que ella creía un estilo de vida “acomodado”, era realmente una jaula de oro, ya que no se le permitía salir a conocer la ciudad y menos SOLA. Las mujeres de la casa sólo bordaban, hacían alguna manualidad, o veían crecer el pasto ya que tenían sirvientes que cuidaban a los chamacos y hacían todos los quehaceres domésticos, así que Phyllis muchas veces decidía quedarse en su habitación a leer, pero entonces la iban a visitar para preguntarle ¿si se sentía enferma o estaba triste? porque no había una razón lógica por la que una mujer quisiera pasar tiempo a solas. Abdul se encontraba ausente la mayor parte del tiempo ya que trataba de congraciarse con su papá para así acceder a un buen puesto de trabajo, por lo que casi no convivía con su ahora esposa.

Phyllis trataba de persuadir a Abdul de regresar a Estados Unidos, pero él le dijo que necesitaba más tiempo, que ella debería de comportarse acorde a los preceptos religiosos y sociales de manera que su papá estuviera complacido con su matrimonio y así pudiera asegurar un futuro estable para los dos.

El meollo de todo esto fue que Phyllis al no estar acostumbrada a la comida del lugar y a la forma poco higiénica en que la preparaban, enfermó de gravedad, sin embargo los doctores de la región le decían que eran sólos “sus nervios”, que eventualmente se le pasaría. Sin embargo, Phyllis no contenta con tan singular diagnóstico, decidió buscar un doctor occidental que pudiera examinarla, el cual, finalmente le dijo que tenía hepatitis y que eran necesarios cuidados especiales (sobre todo con la alimentación). Ante esta situación y creyendo que vería la luz en muy poco tiempo, a Phyllis se le ocurrió solicitar ayuda a la única persona lo suficientemente poderosa para ello: su suegro, el cual se apiadó de ella y le consiguió un pasaporte de Afganistán para salir del país.

Todo esto que le estoy contando pasó en escasos meses, y al contrario de Betty Mahmoody que tuvo que huir con su hija por desiertos y montañas y enfrentar múltiples peligros, Phyllis se subió al avión y ya…

Así Phyllis relata cómo después de esa experiencia, se unió a diversos movimientos sobre todo en apoyo a las mujeres y trató de estudiar un poco más sobre la religión musulmana (cosa que debió haber hecho antes de casarse creo yo), y menciona en el libro distintas referencias bibliográficas sobre la historia de Afganistán y el contexto en el que se desenvolvió su fallido matrimonio…

No menosprecio los meses que pasó encerrada en Kabul la escritora, pero tenía otra idea de cómo se desenvolvería la historia, ya que la mitad del libro habla sobre su vida en Afganistán, y la otra sobre sus disertaciones filosóficas e históricas, y la verdad, hubo momentos en los que me aburrió tanto que terminé leyéndolo en modo autómata.

Mi calificación subjetiva:



viernes, 25 de septiembre de 2020

“Endurance” by Scott Kelly

 

Y en otro capítulo de “La eterna ignorancia de su bloggera favorita”, gracias a este libro me di cuenta de lo poco que sabía de la carrera aeroespacial, porque conocía lo básico: el hombre había llegado a la Luna, algunas misiones habían tenido finales trágicos, existía una Estación Espacial, se está trabajando en una expedición a Marte… y pues ya. Gracias a que mi crío mayor ha mencionado en reiteradas ocasiones que de grande quiere ser astronauta, es como me ha nacido la inquietud de conocer más sobre el tema. De hecho leímos juntos el libro “El niño que tocó las estrellas” donde José Hernández, el astronauta mexicano, narra cómo desde pequeño soñó con ser astronauta y aunque la NASA lo rechazó más de 10 veces, no se rindió y por fin ¡Lo logró!

Este libro me llamó la atención, primero por el título: “Endurance” o “Resistencia” en nuestro idioma, y creo que ha sido la palabra que ha definido estos últimos meses, porque aunque uno trate de ser optimista, cada tercer día amanezco con ganas de salir a comprar cigarros… y no regresar. En el caso de Scott Kelly, el título se refiere a resistir casi 1 año viviendo en el espacio, cuestión que hasta ese momento, ningún astronauta había logrado. Y en segundo lugar, decidí leerlo para saciar mi curiosidad sobre los detalles del día a día de un astronauta en el espacio, y así estar preparada sobre qué suministros ponerle en su mochila al crío (Jejeje, uno nunca sabe).

El libro narra al mismo tiempo la aventura del año en el espacio de Scott Kelly y su historia de cómo llegó a ser astronauta. No sé usted mi estimado lector, pero yo siempre me he imaginado que todas las personas que trabajan en la NASA fueron Nerds toda su vida (y al crío le cuesta aprenderse las tablas de multiplicación ¡Ouch!), peeeero gracias a la historia de Scott, sabemos que no es del todo cierto. Resulta que el mismo Kelly narra que siempre fue muy malo en la escuela, no se concentraba, no había nada que le interesara y lo que le gustaba era ser intrépido junto con su hermano gemelo, Mark. Pero, su hermano sí enderezó el camino a tiempo, lo que le permitió entrar a una Academia Militar cuando se graduó de la preparatoria. Por el contrario, Scott durante la adolescencia entró a trabajar de paramédico y creyó haber encontrado su vocación en el campo de la medicina, por lo que entró a estudiar esa carrera. Sin embargo, las clases seguían siendo aburridas, no lograban atraer su atención, hasta que un día sin querer descubrió un libro llamado “The Right Stuff” (¿Ven la importancia de los libros?), el cual narraba sobre los inicios de la carrera aeroespacial y las habilidades que debían de contar los pilotos que eventualmente se convertirían en astronautas. Como Scott lo menciona, es como si hubiera escuchado “una voz” que le decía que se era su camino, así que decidió emular los pasos de su hermano Mark e ingresar a una escuela militar para convertirse en piloto y eventualmente aplicar a la NASA. Sin embargo, con sus calificaciones mediocres y su puntuación “para llorar” en el examen de aptitudes, muchas puertas se cerraron, por lo que decidió el siguiente semestre de su carrera elegir materias que lo retaran mentalmente y aplicarse en el estudio. Es ahí que se dio cuenta que concentrándose en los temas y “quemándose las pestañas” podía lograr buenas calificaciones. Así, pudo ingresar a una renombrada, aunque pequeña, Academia Militar, y aunque la disciplina marcial sabemos que es cosa seria, él tenía un propósito en la vida, y no se iba a dejar mermar por novatadas ni por gritos de sus maestros (y hoy sabemos que lo logró).

Por otra parte, Scott narra las vicisitudes que sufrió durante el año que estuvo en el espacio, desde las extrañas cábalas que tienen los astronautas previo a un viaje, hasta cuestiones que ahorita que las leí suenan lógicas pero que no sabía al respecto, como que la orina es filtrada para obtener agua potable y así puedan mantenerse hidratados (y es que Bonafont todavía no tiene ruta para la Estación Internacional Espacial jajajaja, ok no).

La forma en la que Scott describe la cotidianeidad espacial, es tan clara, que a veces sentía que flotaba (o tal vez era el vértigo por la edad, no lo sé). Detalles tan simples como el uso exagerado de velcro en la estación para que las herramientas, accesorios y demás suministros no anduvieran flotando por ahí, ahora lo veo como básico. Aprendí sobre la existencia de una máquina que ayuda a convertir el dióxido de carbono en oxígeno y las repercusiones que tienen los tripulantes cuando llega a fallar. La preparación que significa realizar una caminata espacial y todos los riesgos que esto implica, resulta estresante y a la vez emocionante cuando es exitosa. La pérdida de provisiones que son enviadas desde la Tierra debido a fallas en la nave que las transportaba hace que uno sude la gota gorda… en fin.

En verdad, me encantó el libro, hasta ganas me dieron de ser astronauta, pero al menos que la NASA lance un proyecto para estudiar “la senectud en el espacio y el impacto en el futuro de la humanidad ante un eventual exilio terrestre”, lo veo difícil. De hecho, la idea de que Scott permaneciera tanto tiempo en el espacio era para analizar las repercusiones que ésto tendría en su cuerpo, de manera que se pudieran tomar provisiones para una eventual expedición a Marte, ya que sabemos que el viaje hasta el planeta rojo requiere de más de un año en el espacio (por cierto, si le interesa todo este tema, vea la serie “Away” en Netflix, ya que habla sobre la misión a Marte y en donde muchas de las cosas que Scott describe en su libro, las podemos ver al menos a través de la pantalla chica).

Considero que es un libro que vale mucho la pena leer, y que nos demuestra que si tenemos bien definido nuestro propósito, no queda más que trabajar en ello hasta alcanzarlo, aún cuando las circunstancias no sean siempre favorables.

Mi calificación subjetiva:



jueves, 17 de septiembre de 2020

“Sentimental Journey” by Jill Barnett




Este para mí siempre será conocido como el “libro de 1 dólar”, y es que eso fue lo que pagué en Kindle por su descarga. Como ya le había comentado mi estimado lector, estoy inscrita al newsletter de Bookbub, donde me envían todos los días ofertas disponibles en libros electrónicos. Pues uno de esos días, vi esta oferta, y en lo que me fijo antes de comprar un libro es en el precio original, porque he encontrado libros cuyo precio estaba en 12 USD y con descuento los he conseguido en 2 ó 3 dólares. Por lo regular, aquéllos cuyo precio sin descuento es menor a 10 USD, no los compro porque eso significa que no son muy populares (ya ve como es esto de la oferta y la demanda), peeeero me decidí en comprar “Sentimental Journey” porque tenía buenos comentarios hechos por la mismísima Kristin Hannah, la escritora de “El Ruiseñor”, entonces me dije a mí misma “Mí misma, si a ella le gustó, no debe estar mal” y no me arrepiento de haberlo hecho…

El libro narra diferentes historias que aparentemente no están ligadas entre sí, pero que eventualmente encuentran su conexión.

Año 1941. Estados Unidos. Segunda Guerra Mundial. J.R. Cassidy es un guapo y seductor capitán del ejército de Estados Unidos, a quien le es encomendado una importante misión: rescatar a Kitty Kincaid, la hija de un científico que trabajaba para el gobierno estadounidense y cuyo secuestro a manos de los alemanes, era una forma de persuadir a su papá para que colaborara con ellos. Kitty se encontraba encerrada en una prisión en las montañas de Marruecos, por lo que Cassidy tendría que volar hasta allá para rescatarla y traerla de vuelta a Estados Unidos. El comandante que le encargó tan importante tarea, y cuya esposa se rumoraba tuvo un amorío con J.R., en venganza, se le olvidó decirle un pequeño detalle: Kitty contaba con una discapacidad, y por tal razón, eso traería consigo vicisitudes extras en su rescate. J.R. se dio cuenta de tal peculiaridad cuando había ya entrado a la celda en donde se encontraba presa, sin embargo, ésto en vez de ser un lastre en la misión, resultó ser una ventaja.

Año 1940. Inglaterra. El piloto de la Royal Air Force: George “Skip” Inskip, se encontraba un poco decepcionado de su participación en el conflicto bélico, ya que lo único que había hecho hasta el momento era probar las aeronaves que utilizaría la fuerza aérea y verificar que todo funcionaba como se esperaba. George era un joven adinerado y casado con su novia de toda la vida: Greer. Frecuentemente le otorgaban permiso en sus misiones para regresar a su casa en Londres unos días. En una de esas ocasiones, su esposa lo recibió muy contenta ya que, debido al racionamiento de comida, no tenían acceso a muchas opciones de alimentos, pero ella había conseguido unos huevos para cocinarle a su amado esposo (es muy chistoso cómo esas pequeños detalles que damos por sentado, cobran importancia en momentos críticos… actualmente aparentemente lo importante durante la pandemia era contar con papel higiénico… pero esa es otra historia jajaja). Sin embargo, el omelette que había pensado preparar Greer a Skip debería de aguantar un tiempo más, ya que George fue llamado de vuelta por la RAF, ya que ahora sí iba en serio su papel de piloto para defender a su país de los alemanes. La nueva misión de Skip lo ponía en la nada agradable situación de “Matar personas”, ya que aunque él trataba de derribar aviones enemigos de manera que los pilotos pudieran escapar, no siempre lo lograba, por lo que esa sensación de “ser un asesino” provocaba que cada vez que bajara del avión tuviera que vaciar su estómago…

Año 1932. Texas. “Red” Walker era un niño de 12 años que ayudaba a sus papás en la gasolinería que manejaban en un pequeño pueblo llamado Acme. Un buen día, cuando sólo se encontraban él y su mamá atendiendo el negocio, llegó un hombre en un flamante carro “nuevecito de paquete” que los dejó a ambos boquiabiertos. Red despachó la gasolina al desconocido mientras que su mamá, Diana Rae, platicaba muy alegremente con él. El caballero se ofreció a llevar a Diana a su trabajo, y ese fue el último día en que Red supo de ella, ya que unos días después recibió una postal de su mamá desde Dallas, y su papá recibió un paquete con los papeles de divorcio. A los pocos años, su padre falleció, dejando solos a él y a su hermana mayor. Red se hizo cargo entonces de la estación de gasolina, mientras que su hermana se casó. Años después, una tarde que se aproximaba un tornado en el pueblo, un pequeño avión que tuvo que aterrizar de emergencia, casi se estrella con la estación de gasolina. Red siempre había sentido fascinación por los aviones, así que era un verdadero acontecimiento ver uno tan cerca aún en aquellas circunstancias, pero lo que más le sorprendió era percatarse que el piloto era una mujer. Charley Morrison era hija de un piloto, diseñador y desarrollador de aviones, así que desde pequeña estaba familiarizada con el mundo de la aviación. En esta ocasión estaba trabajando para el gobierno de Estados Unidos verificado las casas o edificios que pudieran marcarse de manera que sirvieran de guías para los pilotos. Debido al cambio repentino en el clima, es que tuvo que aterrizar con tanta premura casi causando un accidente que pudo haber tenido consecuencias fatales. Red la hospedó por una noche, y cuando ella se marchó, se quedó triste al pensar que su vida era tan aburrida y sin nada emocionante, porque su destino había sido ser despachador y no podía hacer nada al respecto… ¿o sí?

Como comentaba al principio, estas historias eventualmente convergen, resultando con ello un relato emocionante y difícil de dejar a un lado… y el final ¡uff!, me sacó una lagrimita. Si el tema de la Segunda Guerra Mundial le gusta, NO DEBE PERDER LA OPORTUNIDAD DE LEER ESTE LIBRO.

Mi calificación subjetiva:



viernes, 11 de septiembre de 2020

“El enigma de la habitación 622” por Joël Dicker

 


¡Ah cómo me gusta Joël Dicker! Y no sólo cómo escribe, sino que el muchacho feo no es jejejeje. Si recordará, amable lector, su libro “La verdad sobre el caso Harry Quebert” es el ÚNICO que ha alcanzado en mi escala subjetiva, una calificación de 6 estrellas, colocándolo en el TOP TOP TOP TOP de mis lecturas, y curiosamente tanto ese libro como éste los tengo sólo en versión electrónica, por lo que necesito comprarlos en físico para incluirlos en mi mini biblioteca (y por cierto ya viene mi cumpleaños y ese sería un buen regalo jejeje).

Y pues bueno, entrando al tema que nos reúne en esta reseña, le cuento… este libro cuenta la aventura del propio Joël Dicker tratando de resolver el misterio de un asesinato perpetrado en un hotel lujoso localizado en los Alpes Suizos, donde él decidió tomarse un descanso que le permitiera despejar su mente y escribir… este libro.

Todo comenzó cuando al llegar a la habitación que le asignaron, la 623, se dio cuenta que junto no se encontraba, como uno esperaba, la habitación 622, sino que se localizaba la 621-bis, WHAT??? Joël trató de averiguar la razón de tal peculiaridad, pero el personal sólo le respondía con evasivas o respuestas absurdas.

Disfrutando de sus primeros días de descanso en el hotel, Joël conoció a Scarlett, quien se hospedaba en la habitación 621-bis, y a quien también le había intrigado tal numeración. Scarlett decidió investigar un poco más y se enteró que años atrás se había cometido un asesinato en la habitación 622 y por si fuera poco, nunca había sido resuelto… por lo que le propuso a Joël que investigaran al respecto, y de paso, eso le permitiría contar con una buena historia para su libro. Joël lo que quería era descansar, pero se terminó por contagiar con el entusiasmo de su vecina y comenzaron a investigar.

Resulta que una de las personas que protagonizaron tal incidente en el hotel, era ni más ni menos que uno de los más prestigiosos banqueros de Suiza: Macaire Ebezner. Todo el drama comenzó años atrás cuando su padre y el entonces director y principal accionista del banco Ebezner, Abel, por algún hecho que no queda claro, se enojó con su hijo y decidió que su no ocupara el cargo de Director de forma directa, siguiendo así la tradición de “Sólo un Ebezner puede dirigir el banco Ebezner”, sino que ahora el Consejo del Banco sería el encargado de elegir al próximo Director.

Unos días antes de la elección y cuando todo apuntaba a que Macaire sería el nuevo Director, corrió el rumor que el Consejo estaba decidiendo entre él y Lev Levovitch, quien aunque no pertenecía a una familia adinerada de banqueros, era muy respetado en el sector por sus decisiones y consejos acertados hacia sus clientes.

Toda esta intriga por la elección del nuevo director, la había orquestado un personaje nada agradable pero con bastante poder en el Consejo del Banco: Sinior Tarnagol, quien era un misterioso hombre que había salido de la nada y que llegó de buenas a primeras a querer comprar el banco Ebezner, y aunque no lo logró, hizo que Macaire le cediera sus acciones por razones que nadie entendía.

La noche del asesinato, se llevaba a cabo en el hotel el “Gran fin de semana Anual” del banco Ebezner, que tradicionalmente se organizaba en Diciembre a modo de “descanso y relajación” para el personal, y que culminaba con un baile de gala el cual era aprovechado para hacer anuncios oficiales, y en donde se nombraría al nuevo director.

Joël junto con Scarlett, pudieron resolver el misterio de la habitación 622 reafirmando el viejo dicho de “No todo es lo que parece”…

Me gustó el libro, está lleno de intriga, acción, drama y giros inesperados, aunque hay ciertos elementos inverosímiles para mi gusto, que son los que hicieron que no le otorgara una mayor calificación, aunque 5 estrellas creo que no son nada despreciables.

Mi calificación subjetiva:



sábado, 29 de agosto de 2020

“Trilogía del Baztán” por Dolores Redondo

 

Esta trilogía la conocí gracias a sus versiones cinematrográficas disponibles en NETFLIX. En realidad, vi la primera y la segunda película hasta que me enteré que las historias estaban basadas en una serie de libros, por lo cual decidí comprarlos (Vía Kindle como lo he hecho últimamente jeje).

Los libros hagan de cuenta que son como la versión de CSI: Navarra, mezclados con las leyendas del lugar.

Amaia Salazar es inspectora de la Policía Foral de Navarra y aunque es relativamente joven, ha podido ascender en el escalafón, debido a sus habilidades y aptitudes que le permitieron participar en un programa de intercambio de policías con el FBI en Quantico Virginia, donde pudo aprender sobre la creación y análisis de perfiles criminales. Estaba casada con James, quien era un artista plástico estadounidense y con el que vivía en un piso amplio en el centro de Pamplona. Los últimos meses su relación se encontraba un poco tensa debido a que estaban tratando sin éxito en formar una familia, por lo que estaban pensando en buscar ayuda especializada mediante una clínica de fertilidad.

En esos menesteres se encontraba Amaia cuando fue elegida para encabezar una investigación sobre una serie de asesinatos de jovencitas en la región del río Baztán, cerca de la población de Elizondo. Las chicas fueron halladas desnudas, con el pelo peinado, con el pubis rasurado y sobre él un dulce de la región denominado TXANTXIGORRI. Amaia fue elegida, primero, por su experiencia en la creación de perfiles criminales, y segundo, debido a que ella era oriunda del lugar, lo cual le permitiría tener un mejor acercamiento con la gente lo cual les podría ayudar en la investigación.

Aunque Elizondo se encuentra relativamente cerca de Pamplona, Amaia decidió mudarse temporalmente en el pueblo, y hospedarse en casa de su tía Engrasi, con quien vivió desde que tenía 9 años y a quien consideraba como su mamá.

Amaia tenía 2 hermanas: Flora y Ros, quienes trabajaban en el negocio familiar “Mantecadas Salazar” donde entre otros postres, elaboraban los famosos TXANXTIGORRIS.

El retorno de Amaia a Elizondo le trajo recuerdos agridulces ya que sus primeros años de vida fueron muy duros. Vivía con sus papás y sus dos hermanas como cualquier otra familia, sin embargo, su mamá no la quería y amenazaba todas las noches con matarla… hasta que un día casi lo logra. El diagnóstico oficial de Rosario, la mamá de Amaia, era que padecía esquizofrenia y otros trastornos mentales, pero Amaia sabía que había algo “obscuro” detrás de su comportamiento.

Durante los tres libros, Amaia tiene que resolver asesinatos aparentemente no conectados pero cuyo origen está ligado a las costumbres, tradiciones y leyendas de la región, lo cual le da un toque místico a la historia, sin olvidar el lado criminalístico con las pruebas, autopsias, análisis de evidencias, etc. Y si a eso le añadimos que Amaia además debe solucionar “issues” familiares, de pareja y laborales, la historia se vuelve más interesante.

La trilogía es buena, ese toque mágico/místico creo que la hace muy original. Me gustó más el primer libro, porque creo que después la historia se fue enredando un poco y de hecho todavía me queda una que otra duda jajaja.

Las películas son muy apegadas a los libros, por si quiere verlas en vez de leerlos.

Mi calificación subjetiva: